Pobre Patria, España en este caso, cuando una de sus madres, Andrea Fabra de nombre y ya triste memoria, desea que se jodan a varios millones de sus ciudadanos. Da igual que sean parados, verdaderamente infame, o socialistas que, aunque por fortuna piensen diferente, son tan contribuyentes como ella aunque seguramente menos despilfarradores del dinero público que su padre, cuyas obras completas se hallan condensadas en expedientes judiciales y de manera más visible en el decorativo aeropuerto de Castellón, sin duda alguna la obra más emblemática de cuantas nos han llevado a la crisis actual y a la ingente cifra de parados a los que su hija desea tan lamentables destinos.
La señora Fabra ha prostituido la seriedad del Congreso con una procacidad que, por si su sentido textual fuese poco deleznable, la deja a ella a la altura del lenguaje tabernario más impropio de alguien con un mínimo de educación y aún menos de una mujer, que se supone que a la hora de expresarse siempre suele ser más correcta, educada y comedida. Luego, ya con la soga de la opinión pública al cuello, de la que no va a desprenderse a corto plazo, ha lamentado sus excesos, y se ha resignado indignamente a recibir una reprimenda, se supone que suave, del presidente de la Cámara, pero no ha tenido la mínima humildad de pedir perdón a los ofendidos que somos casi todos los ciudadanos de bien aunque no estemos parados ni seamos socialistas.
Mal, sí, muy mal anda este país con diputados de semejante catadura. Mal, muy mal, estamos representados teniendo en un escaño parlamentario a alguien que ante la adversidad ajena, por muy inevitable que resulte, se permite aplaudir y desear a los afectados, pertenezcan al colectivo social que pertenezcan, que “se jodan”. Su catadura moral queda reflejada no sólo por semejante improperio sino también, ya con los ánimos más reposados, por su resistencia a dimitir, como le reclaman incluso muchos militantes de su propio partido, el PP, que dicho sea de paso, tampoco ha brillado con agilidad democrática procediendo a su expulsión.