La niña perdida en el pub

Opinión

La niña perdida en el pub

¿En qué estaría pensando David Cameron, primer ministro del Reino Unido, uno de estos domingos pasados? Había ido a comer con su mujer, sus hijos y unos amigos a un pub de Cadsden, cerca de su residencia campestre, y en medio de la euforia, se sospecha, al marcharse se olvidó de su hija Nancy que durante unas horas se quedó sola y llorosa deambulando por el establecimiento. La esposa del “premier”, Samantha, hizo lo mismo que su marido. Ambos creyeron que la pequeña se había marchado con el conyuge y, ya se sabe, uno por el otro, la niña perdida en el pub. ¡Menudo susto se llevó la pareja!

Menos mal que cuando presas de los nervios llamaron al restaurante, los camareros la mar de solícitos les tranquilizaron: la niña estaba allí, jugando con ellos mientras reponían las mesas, y gracias a sus atenciones, alegre y divertida. Fue el propio jefe del Gobierno quien acudió raudo y veloz a rescatarla. Un despiste imperdonable, sí; imperdonable e inexplicable en medio de tantos familiares, amigos y escoltas como pululaban durante la despedida. Pero esas cosas en Inglaterra no se toman tan a la tremenda como aquí; son cosas que pasan hasta en las mejores familias que a veces acaban siendo las más distraídas.

¿En que estaría pensando Mr Cameron?, se preguntan algunos curiosos, pelín impertinentes. Porque si le hubiese pasado a Mariano Rajoy, preocupado hasta las corvas sobre la mejor manera de disfrazar el rescate financiero que nos ahogará como un éxito sin precedente de su gestión, podría entenderse. No es fácil lo suyo, mentir de semejante manera, aunque los españoles, entre los que quedan pocos tontos, conocen de sobra la transparencia con que el Presidente nos tiene puntualmente informados sobre la crisis. Cada vez que niega que vaya a tomar alguna decisión importante, como la de pedir el rescate bancario, su negativa se convierte en un anuncio con trompetas de lo que se propone hacer de inmediato.

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