Algunos socialistas españoles veteranos escriben columnas de opinión en la prensa para pedir una completa refundación del PSOE. Verdaderamente resulta imposible pensar en otra opción. Para muchos militantes, todos los simpatizantes y la mayoría de los votantes potenciales, la posibilidad de que un líder gastado en la época de Zapatero dirija el partido es directamente inaceptable.
A menos que se trate de un liderazgo interino destinado a convocar en poco tiempo un nuevo Congreso. El giro político hacia la priorización de los recortes y el seguidismo de las órdenes dictadas por Alemania en mayo de 2010 hizo mucho más daño al futuro del partido, según muchas opiniones de políticos cercanos al proceso actual, que la propia y nefasta gestión de la crisis realizada anteriormente.
De hecho, entre los actuales aspirantes a la Secretaría General, Chacón y Rubalcaba, no hay ninguno verdaderamente adecuado para abrir una etapa nueva. Formaron parte de la dirigencia que erró el camino y, jamás, se distinguieron por haberse constituido en voces discrepantes o alternativas.
De modo que, retirado Zapatero, el líder que vendrá sólo puede ser alguien que rompa con la etapa de las terceras vías. La de Schröeder, la de Blair, la de todos aquellos socialdemócratas que pensaron que sin un diseño de política económica propio se podía defender una opción progresista en el siglo XXI.
