Reyes y el rebujito

No sólo pelotas

Reyes y el rebujito

José Antonio Reyes quiere volver al Sevilla y dejar el Atlético de Madrid, volver a su ciudad, a su equipo de toda la vida, donde seguro se encontrará cómodo, donde nadie le exigirá nada más que muestre su clase de vez en cuando. Reyes es como el rebujito para todos los equipos por los que ha pasado, llega, da alegría y genera expectativas para luego sólo dejar dolor de cabeza.

Se fue de Sevilla a Londres, al Arsenal de Wenger, donde demostró que tenía clase y cualidades para jugar en un grande, pero donde nunca fue titular indiscutible, Wenger siempre tuvo dudas, y por eso le dejo ir cuando el jugador empezó a echar de menos el sol de España.

El Real Madrid confío en él y le trajo desde el Bing Beng a la Puerta del Sol, pensando que el clima de la capital le vendría bien. Y parecía que todo iba como la seda, pero de repente el sevillano perdió el interés, siempre pareciendo que podía jugar mucho mejor de lo que lo hacía, como el rebujito que refresca pero uno prefiere un buen vino, sin mezclas.

Los merengues no tuvieron problema cuando los vecinos del Manzanares vinieron a fichar al delantero, incluso alguno que les tiene aprecio les preguntó que si estaban seguros de lo que hacían. Y lo mismo a Reyes le confundió el Manzanares y pensó que era el Guadalquivir, pero no duró mucho, el chaval al final se dio cuenta de que el invierno era muy frío como para ser Sevilla.

Se tiende a pensar que viajar, que jugar en grandes equipos, conocer diferentes culturas, hace que una persona crezca, en este caso también como jugador, pero por desgracia no es el caso, siempre estaremos ante el jugador con el síndrome del rebujito, nunca será una buena manzanilla.

Así que José Antonio Reyes, ahora quiere volver al Sevilla que le vio nacer como una gran estrella en potencia, y le va a ver retornar huyendo de un entrenador que seguramente le iba a exigir que utilizará su carácter para jugar y no tanto para quejarse.

En definitiva otro jugador con la capacidad física para ser de los mejores, pero con muy pocas ganas de serlo, las exigencias le vienen mal, él jugará bien cuando le apetezca, pero que nadie espere que lo haga siempre y por supuesto que nadie le pida un esfuerzo.

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