Merkel y Sarkozy, con sus respectivos equipos, intentan preservar la salud de los bancos alemanes y franceses. De las entidades más comprometidos en las operaciones corsarias más célebres que se han vivido en el sector financiero a lo largo de la última década, periodo de tiempo que lleva camino también de convertirse en el más negro de la historia del negocio.
De momento, ya parece evidente que con estos planes de rescate y contrarescate no se trata de salvar ni a un país, ni a una moneda. Sólo se trata, y eso es lo peor, de asegurar, más o menos, el futuro de las entidades financieras más comprometidas en el Peloponeso.
Es una operación, cuyo único objetivo aparente podría ser poner algunos parches aquí y allá para que estas compañías esquiven el impacto del monumental fallido que eluden aflorar, hasta ahora, en sus balances, al que han accedido por una reiterada y persistente aplicación del catálogo de malas prácticas bancarias que pusieron en práctica en los años de vacas gordas.
