¿Avanza Grecia hacia una reestructuración de su deuda? Esta ha sido la pregunta más contestada durante los tres últimos días por todos los comentaristas económicos globales en los múltiples foros disponibles, desde los blogs a las conferencias de pago. Pero la respuesta más común, quizá decepcione a la creciente armada antieuro. Habrá suspensión de pagos parcial, sí. Pero ni será pronto, ni será parecida a las bancarrotas que en el pasado impulsaron Rusia o Argentina, por ejemplo. Más bien se alargarán los plazos y se prolongará el tiempo disponible para pagar.
Una propuesta que, por cierto, ya ha presentado Grecia, y también Irlanda, y que será debatida próximamente. Y tendrá que ser así, según explica la mayoría de los expertos, por dos motivos diferenciados. Primero que los bancos de la UE no se pueden permitir el recorte de la deuda griega en su actual estado de capitalización. Y segundo que, por lo menos en el caso de Grecia, con el crecimiento económico actual, tan magro, incluso sin pagar el servicio de la deuda, el déficit seguiría aumentado. No hay ni siquiera un superávit primario al que recurrir.
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Los bancos, la clave del final de la crisis de la deuda
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