Opinión

Vuelve Piñar a las listas

Los ejemplos políticos, mayormente los peores, cunden en el ámbito de la crisis que es una barbaridad. En Francia se hacen cruces ante el éxito preelectoral de Marine Le Pen, la hija del líder xenófobo y bravucón de la extrema derecha que tanto se desgañitó elogiando a Hitler y negando sus barbaridades contra el género humano.

Marine ha asumido la sucesión del viejo fachorro que le dio apellido y, ante la general sorpresa, las encuestas le anticipan un éxito en las urnas de Dios te ampare. Algunos sondeos incluso la colocan por delante del mismísimo Sarkozy, que después de bombardear Libia ya no sabe qué hacer para recuperar tantos votantes como viene perdiendo. En fin, a lo que vamos nosotros. Aquí, la extrema derecha larvada y fragmentada últimamente en mil organizaciones microscópicas, parece que no se resigna a ser menos que sus congéneres franchutes – quién lo diría con lo que la superderechona hispana odia a cuanto rezuma por los Pirineos – y prepara su candidatura a las próximas citas electorales.

Creo que todavía no tienen bien decidida la cabeza del cartel, pero de momento quien tiene todas las papeletas, para ser candidata no para triunfar quede claro, es una persona con mucho pedigrí e incluso apellido ya bien conocido en el sector más extremo de todos los extremos del arco ideológico, por la izquierda etarras y comparsas descartados. Se llama Valle, nombre que no aporta gran cosa a la causa, pero se apellida Piñar, y eso sí que imprime su carácter, además de ser mujer, lo mismo que Marine y a primera vista que de su misma quinta, lustro arriba o abajo. Marine tiene experiencia paterna en la batalla electoral y Valle le va algo a la zaga, pero poco. Su padre, Blas, dio mucho que hablar y clamó mucho en el desierto del totalitarismo durante la Transición y fue diputado incluso con experiencia personal en el secuestro del Congreso la triste noche del 23 F.

Su hija quiere recuperar el escaño perdido por su progenitor en un nuevo y previsible intento por demostrarnos que la democracia que no mata ni tortura es nefasta.

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