Entrecerrar los ojos

Opinión

Entrecerrar los ojos

Nuestros antepasados, hay que reconocérselo sin rencor, no acertaban ni una. Resulta que de pequeños nos enseñan a ir por la vida con los ojos muy abiertos, fijarnos con cuatro ojos incluso, y ahora, ya mayores, nos encontramos con que eso nos cuesta un pastón en energía que a este paso ignoro si podremos amortizar.

Los orientales, que van con los ojos entrecerrados, ahorran lo que no está escrito en consumo de no sé que tipo de electrones superfluos que en cambio nosotros derrochamos. Y por aquí, con estos pelos y estos ojazos abiertos de par en par para no tropezar con las farolas. En cuanto se entere Miguel Sebastián de este hallazgo de la ciencia, que seguro se acabará enterando, ya verán como publica una orden en el BOE para que a partir de abril achinemos nuestras pupilas y detengamos el despilfarro energético.

Lo que no se explica uno es cómo no nos hemos dado cuenta antes. Los chinos se están haciendo ricos no porque sean amarillos sino porque han logrado que sus ojos se fuesen rasgando, sus pestañas cayéndose cual tornasoles, y su gasto de energía volviéndose infinitamente menor. Quizás sea un poco tarde para corregir este error de nuestra existencia mortal, pero tal vez con un poco de buena voluntad y mucho entrenamiento, aún podamos lograr avances, y realizarnos como ciudadanos responsables en medio de la crisis con los párpados entrecerrados. La conclusión es que hay que recuperar el hábito de ahorrar energía.

Las ventajas las están viendo estos días los japoneses en medio de sus desgracias. Como tienen los ojos rasgados y el hábito de entrecerrarlos, se han apañado mejor ante las restricciones eléctricas impuestas por todo lo que a los pobres les ha caído encima: un terremoto del carajo, un tsunami de Dios te ampare y un desastre nuclear que de no haber tenido el precedente de Hiroshima, ya estaría haciendo historia a toda máquina.

Más información