Va a ser verdad, el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, de otra manera no se entiende que Duvalier regresara a Haití en calidad de redentor de piel estirada en Hollywood. Entre las catástrofes que ha vivido Haití en el último año podemos contar al terremoto devastador, al huracán tremebundo y a este sujeto que ha hecho acto de penitencia en el peor momento.
Supongo que todo dictador cree que todavía guardan su botella de Bourbon en el club de siempre, y que los empleados le saludarán cómo si no hubiera pasado nada. En el fondo tienen una actitud infantil que les redime de parte de su pasado, (no de la crueldad), pero sólo con esa idea feliz de que “tó er mundo é güeno” se creen infalibles, e intocables.
Duvalier en Haití es un sarcasmo al derecho internacional, y una osadía a cuántas leyes puedan inculcarse. Debe ser muy duro el exilio pero más duro resistirse a la tentación de regresar a los antiguos palacios creyendo que a uno le van a hacer la ola nada más llegar al aeropuerto. Duvalier tiene muy mala memoria para lo suyo, se nota. Salió por piernas pero ha vuelto por narices, ambas cosas empiezan mal y acaban peor. La Historia es la suma de todas las memorias y, aunque parezca dormida, aparecen en el peor momento para el dictador de turno.
Se supone que había ido a Puerto Príncipe para ser aclamado como un cantante de rock and roll y le han tirado al pozo como se hacía con los músicos plastas en las verbenas de los pueblos. Una chufa muy gorda.
