Un grupo de representantes de la sensibilidad liberal europea, o algo parecido, integrado, sin embargo, en la mayoría conservadora del Parlamento Europeo ha votado en los últimos días contra algunas propuestas elaboradas por sus compañeros del ala más dura. Su acción ha servido, por ejemplo, para tumbar el permiso único que se quería imponer a los emigrantes y que algunas organizaciones y muchos observadores habían calificado de medida claramente xenófoba. Tal vez no signifique nada o tal vez sí.
En algunos foros empieza a hablarse de la incomodidad de algunos políticos conservadores tradicionales con la cercanía de figuras populistas como Sarkozy o Berlusconi, cuya personalidad esta muy por encima de su posible ideario político. Tampoco, como ha pasado en Reino Unido, están demasiado contentos de apoyar medidas con amplia contestación social en el actual entorno de crisis y cuando los agravios comparativos se extienden entre muchos colectivos. Temen el repunte del autoritarismo.
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