Con los debidos respetos, y salvando las distancias, la vicepresidenta Salgado ha entrado en el club de aquellas folklóricas que aciertan cuando se equivocan. Por eso corrige ahora lo que ayer dictaba como ley y lo achaca todo a una errata como si en el BOE publicaran el juego de las «7 diferencias». Una errata en el periódico oficial es una catástrofe con rango de Ley.
Salgado ha inventado el término de «Despropósito de Ley» que es una manera de acojonar alcaldes mediante un burdo rumor como calificaba Javier Krahe a estos asuntos que luego quedan en nada. Ahora bien, cientos de ellos acudieron a los bancos el lunes por la tarde para que les concedieran créditos que podrían haber negociado antes de manera más ventajosa. Será que Zapatero quiere dar a los bancos algo de dinero antes de perseguir a los banqueros en su condición de «ricos».
Con una errata como la de Salgado en el mundo de la medicina no sales del quirófano y te envían, directamente, a la sala de chapa y pintura dónde ajustarán tu cuerpo a un sarcófago escogido por catálogo. Es una metedura de pata colosal que ella quiere hacer pasar por «duendecillo de la imprenta», cosas de chiquillos que se ponen a jugar a los gobernantes.
Así que mientras ellos se divierten en el jardín de Moncloa haciendo carreritas y jugando al pañuelo, la economía tartamudea a la espera de nuevas erratas que crucen por el camino. Como en el chiste la vedad es que nos habría salido más rentable elegir «muette», ¡vaya «tutto» el de la señora vicepresidenta, qué bromista es!






