Cinco veces al día

Tenemos el remedio encasa y no lo aprovechamos. Nos preocupa la hipertensión, que obliga a muchos a inflarse a tomar pastillas y guardar régimen, y lo mejor para combatirla es darle al aquí te pego sin descanso. Hacer el amor es un remedio para muchos males y suele ser más satisfactorio que someterse a una intervención quirúrgica. Cinco polvotes al día hacen milagros. No lo digo por experiencia propia, que conste, ya me gustaría; me limito a recoger lo que acaba de afirmar el ministro de Salud de Brasil que, se supone, sabrá algo de estas cosas. José Gomes Temporâo hizo tan sensacional revelación hace una semana, durante los actos del día de lucha contra la hipertensión. Y es que en Brasil, por lo que se concluye, hay una jornada de alerta contra la hipertensión lo mismo que aquí hay una fecha dedicada a liberar a la atmósfera de humos. Allí, quizás como aquí también, el número de personas hipertensas no para de aumentar. Y el ministro ha sugerido al personal que para evitarlo, o para paliar este peligro no sé muy bien, hay que moverse. Todo el mundo pensará que dándole al calcetín calle arriba y abajo, claro, pero no: mejor todavía que caminar es moverse en la cama y la mejor manera de moverse en la cama, ya se sabe, cuerpo a cuerpo, encima o debajo, con la parienta, el pariente o la circunstancia, eso es irrelevante. Cinco veces al día, tal vez algunas más pero ni una menos. ¿Demasiado? Pues no lo sé, quizás sea cuestión de habituarse y de renunciar a otras actividades laborales o intelectuales, porque, claro, eso lleva su tiempo y echándole minutos al descanso para recobrar fuerzas mucho me temo que requiera dedicación exclusiva. En Brasil hace calor todo el año y eso ayuda, pero aquí, con la fría y húmeda primavera que tenemos, la cosa sospecho que irá más pausada. Como la salud es lo primero y la hipertensión un riesgo, se supone que las infidelidades y canas al aire serán más comprensibles y perdonables. O sea, cinco veces al día y, todo ventajas.