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Pragmatismo político

Un par de décadas atrás Felipe González era considerado internacionalmente como un ejemplo del pragmatismo que siempre guía la buena y eficaz política Un par de décadas atrás Felipe González era considerado internacionalmente como un ejemplo del pragmatismo que siempre guía la buena y eficaz  política. Las posiciones extremas siempre dividen e impiden que los proyectos del tipo que sean puedan avanzar. Todavía hoy hay radicales que critican a González, sin duda alguna el presidente más emblemático que hasta ahora ha tenido la España democrática, por el pragmatismo con que actuó cediendo a sus ideas ante situaciones complicadas.
 
Los ejemplos son abundantes y algunos de bulto como la renuncia a la ideología marxista que le obligó a dejar temporalmente el liderazgo del PSOE en manos de una Gestora o el vuelco de posición ante la continuidad de España en la OTAN. Su mérito fue aguantar imperturbable los ataques de sus propios  compañeros y saber adaptarse contra viento y marea a las circunstancias de cada momento. Los tiempos cambian cada vez con mayor rapidez y las soluciones a los problemas también.
                  
Si la sociedad se anquilosase en el pasado y los políticos y los intelectuales no supiesen acomodarse a la evolución de los tiempos, o bien estaríamos sometidos a los dictámenes de la Inquisición o a las secuelas represivas de la Dictadura. El bloqueo político sufrido estos meses ha sido una alerta para que la sociedad comprenda que las cosas no son o blancas o negras y que la convivencia y el progreso requieren flexibilidad a la hora de las decisiones.
 
La investidura de Mariano Rajoy como presidente ha dejado los dos ejemplos: el del sinsentido político de aferrarse al jamás, nunca o no es no, y el de avenirse a rebajar las posiciones viscerales que frenan la normalidad de la vida pública.  Entre estas dos posturas, hemos vivido casi un año empantanados en la discrepancia y todo para que al final tengamos un Gobierno precario, una oposición debilitada y fracturada y una parte notable de los representantes políticos echados al monte.
 
Los socialistas en esta ocasión manejaron mal el papel que las urnas les habían asignado. No supieron aprovechar las lecciones de pragmatismo que les ha legado su líder ya histórico y todo para, al final, acabar plegándose a una solución que lejos de proporcionarles algún género de rentabilidad política lo único que les ha proporcionado son problemas internos. Su error fue, primero no haber sabido hacer frente al fenómeno Podemos y luego, confiar en ellos para conseguir una solución propia y, como se ha visto, utópica.

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Pragmatismo político

Diego Carcedo

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