La enciclopedia virtual gana protagonismo como agente de innovación. La enciclopedia online de referencia ha cumplido quince años de edad. Es un caso paradigmático de lo que representa la construcción colectiva de conocimiento a través de una plataforma virtual que promueva la colaboración.
Está disponible en 280 idiomas y recibe más de 16.000 millones de visitas mensuales, constituyendo la séptima página web más consultada en Internet. Tan sólo la superan las grandes plataformas e intermediarios digitales.
Su éxito no estriba sólo en ser el lugar de consulta y la fuente de información más popular en la red. Lo más relevante de su evolución creciente es el uso progresivo de Wikipedia como recurso docente en el sistema universitario. En todo el mundo, son numerosas las experiencias de éxito derivadas de la introducción de la enciclopedia online en las aulas. Los estudiantes no sólo aprovechan el acceso más fácil a la información, también desarrollan nuevas competencias y habilidades relacionadas con el trabajo colaborativo.
La enciclopedia virtual es un ejemplo de cómo las tecnologías digitales abren nuevos territorios para la educación e incluso inducen un diferente tipo de relación entre profesores y estudiantes y de ellos mismos con lo que se está aprendiendo.
Pero por muy consultada que sea una fuente de información, nada nos dice ello sobre la fiabilidad de su contenido. Son precisamente las dudas sobre la credibilidad de la información el punto crítico que define la confianza o desconfianza del profesorado que decide autorizar o no su uso en las aulas. La credibilidad de las fuentes de información online es materia sensible pues depende no sólo de la opinión que los expertos tengan de un artículo concreto de la enciclopedia sino también de la percepción que mayoritariamente tenga la sociedad sobre dicha fuente. Y es en la reputación e imagen de marca donde a Wikipedia le queda camino por recorrer en comparación con sus competidoras más clásicas, como la Enciclopedia Británica o la Enciclopedia Larousse.
Su trayectoria es mucho más reciente y sus adversarios mucho más beligerantes. Esa animadversión se alimenta también de un aspecto cultural característico de las instituciones de educación superior. Procede de la reticencia ante los procesos de producción colaborativa de conocimiento que se desarrollan fueran de los ámbitos de la academia. Tradicionalmente, la credibilidad de la información se asocia a su procedencia. Es decir, las fuentes son más fiables cuando proceden de individuos expertos en la materia, preferentemente acreditados académica o profesionalmente. En cambio, los contenidos de Wikipedia se crean por autores generalmente anónimos que poseen niveles de experiencia y pericia que son desconocidos. Como también es poco conocido para el gran público el proceso de edición y revisión de los contenidos de Wikipedia o las normas y principios que la rigen.
Ante tanto impedimento, cabría preguntarse por las causas de su creciente uso por parte de profesores universitarios. Evidentemente, nada impide que los expertos de una materia también sean editores de la enciclopedia virtual. Y aunque no lo sean, cuando aceptan su utilización en las aulas como herramienta docente validan la calidad de los contenidos de Wikipedia pues ratifican la fiabilidad de la fuente y la utilidad de su uso. Investigaciones recientes nos muestran además que un factor esencial de la eclosión de buenas prácticas docentes con Wikipedia es la cercanía de modelos de referencia. Es decir, su uso se convierte en más legitimo cuando en el entorno cercano del profesor la opinión sobre la enciclopedia es más favorable, se conocen casos de éxito y existe una mayor experiencia en el uso de herramientas de trabajo colaborativo en el aula.
La ciencia económica nos muestra que el éxito una innovación no es sólo el fruto de las buenas ideas, el trabajo duro, la perseverancia y la adopción de riesgos, también requiere de una estrategia adecuada y de un entorno favorable. Las claves de la innovación educativa tampoco parecen habitar en un lugar muy lejano.
*Josep Lladós, profesor de Economía de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)