Las redes sociales, tan presentes actualmente en nuestras vidas, se incendian cada tres por cuatro. Las redes sociales, tan presentes actualmente en nuestras vidas, se incendian cada tres por cuatro. Con lo que está cayendo, las redes se incendian, y no se incendian más seguramente porque quienes las atizan no son periodistas como la copa de un pino. Joder, con los tópicos – y aquí van tres en una frase — que no hay manera de desterrar. Alguna vez, hace años y hasta décadas, alguna de estas expresiones quizás haya resultado expresiva, pero a estas alturas, ya vale. Inventemos otras o dejémoslo sin calificativos.
Las redes sociales no se incendian, repiten mucho algunas cosas y sirven de soporte para que algunos las comenten con serenidad, con acritud y hasta con violencia. Bueno, eso parece normal, pero de ahí a que empiecen a arder y echen humo es exagerado y lo peor, cansino de escuchar. Y, si me permiten, a estas alturas una “gilipollez” además de falso, porque no conozco a nadie que haya tenido que salir corriendo porque su ordenador, Ipad o lo que sea haya mostrado señales de fuego.
Pero en fin, es lo que hay, para seguir con los tópicos aunque este tengo la impresión de que responde más a una realidad cotidiana con diferentes matices y raramente alguno bueno. Lo que hay es corrupción, paro, recortes, listas de espera, descortesías democráticas, desigualdades sociales… hasta un largo etcétera. También hay en el campo y en los montes incendios forestales que destrozan el paisaje, y los árboles, pero, ¿en las redes? ¡Vamos ya, coño!
En el fondo lo que también hay es empobrecimiento del idioma y, cuando se trata de las redes, un desprecio ruborizante no ya de la sintaxis, que en eso somos muchos los que dejamos que desear, sino también de la ortografía que nos enseñaron en la escuela y hasta nos saca de apuros el corrector de Google. No sé, yo creo que mantener las redes vivas ganaría mucho sin tópicos y sin faltas. Pero yo me esfuerzo por no ser dogmático y a menudo me quedo en el intento.
