Me acabo de enterar de que «Carlos se ha ido» y mi corazón se estrujó. Con esta tristeza inmediata recuerdo cuando lo conocí, en Caracas, Venezuela, hace ya varios años, donde compartimos unos vinos y una charla que duró hasta entrada la madrugada, sobre nuestros países, la política, la economía y ¡la VIDA!
Y en ese ‘detodounpoco’ comprobé personalmente que el colega españolera brillante, agudo y profundamente humano. Esa relación que arrancó con intercambio de artículos y pareceres por correo electrónico y charlas telefónicas a la distancia, se corporizó aquellos días en la tierra de Chávez (tiempos en que el Comandante estaba vivo y revolucionando todo ) para luego continuar como empezó, con más correspondencia profesional Madrid-Buenos Aires, pero esta vez más cerca y con más afecto.
Carlos era muy inteligente y muy sensible. También un buen jefe, porque sabía cuidar al otro, porque lo ponía como prioridad, y eso pocas personas lo logran.
Y también, porque lo sé muy, bien, era un Gran Hermano. Capaz de batir al dragón más imponente por su hermano Miguel, mi caro amigo, con quien me tumbo en el suelo para darle «consuelo» en este momento. Como deben hacer los amigos auténticos, mas allá de cualquier distancia física. Los abrazo en el cielo y en la tierra, queridos Carlos y Miguel.
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