¿De verdad necesitamos ver algo tan cruel para reaccionar? El debate se multiplica. Aylan Kurdi, de tan sólo tres años, no solo ha logrado despertar a los ciudadanos europeos que trataban de vivir ajenos a la catástrofe de los refugiados, sino que también ha puesto en escena la cuestión moral de usar en los medios de comunicación la foto de un niño sin vida.
Porque Aylan Kurdi era el pequeño sirio encontrado en las costas de Turquía tumbada sobre el agua boca abajo. Una imagen que ha logrado conmocionar al mundo y hacer sentir culpable a gran parte de la población. Aun así, el cuerpo fue cambiado de posición para añadir dramatismo a la situación. ¿De verdad necesitamos ver algo tan cruel para reaccionar? ¿No son suficientes las imágenes de personas huyendo y sin hogar? Parece que no.
Para mi jefe, Aylan ha logrado encender la chispa que faltaba. El debate sobre el carácter informativo de la fotografía ha quedado abierto, pero el ‘mandamás’ ha concluido que la agitación social que ha levantado no tiene precedentes. El pequeño ha colmado el vaso de la crisis en Europa y ha puesto en jaque el futuro de la Unión.
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