El FMI, siempre tan diligente en jodernos cualquier buena noticia, ilusión o desconexión vacacional de preocupaciones, ha estrenado verano sugiriendo o mandado, vaya usted a saber, que los españoles nos bajemos los sueldos. El Fondo Monetario Internacional (FMI), siempre tan diligente en jodernos cualquier buena noticia, ilusión o desconexión vacacional de preocupaciones, ha estrenado verano sugiriendo o mandado, vaya usted a saber, que los españoles nos bajemos los sueldos. Bueno, que nos los bajen, claro, porque voluntarios ante semejante iniciativa no creo que vaya a haber muchos. Por lo menos conmigo que no cuenten.
Y menos después de los años que nos han hecho pasar – y aún seguimos pasando – entre el FMI, el Banco Central Europeo, Comisión de la UE, Alemania con su Angela Merkel y Rajoy — ¿cómo vamos a olvidarnos de Rajoy, el Rey universal de los recortes tras el plasma? –, años mediante, decía, ¿quieren que aún nos apretemos más el cinturón? ¿Para qué? ¿Para que el populismo demagógico siga triunfando con sus verdades pero soluciones utópicas?
El Fondo Monetario Internacional es, ya lo hemos visto muchas veces, el peor aguafiestas conocido. La Historia reciente está plagada de revoluciones, golpes de Estado, alteraciones del orden público y todo género de problemas propiciados por sus dictámenes y teorías económicas que tal parecen inducidas por un afán de acabar por la vía de la inanición con la especie humana.
Y, ¿por qué coño no se bajan ellos los sueldos o se van al paro como los demás y de paso nos dejan tranquilos al resto? Cualquiera diría que en España los sueldos son altos y que el nivel de vida de las personas, de las que han conseguido el triste honor de ser pobres de solemnidad, de los desempleados y de la inmensa mayoría del resto, es elevado y que las condiciones han mejorado.
Bueno, hay excepciones: lo dicen Rajoy y algunos de sus ministros y hooligans pero salvo los expertos del Fondo Monetario Internacional la realidad es que eso de que los sueldos siguen siendo elevados y la economía se ha recuperado para todos, no se lo cree nadie. Puestos a creer, yo me inclino por el misterio de la Santísima Trinidad.
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