Un cacique fuera de juego

Un cacique fuera de juego

Javier León de la Riva, que jugaba a ser el alcalde perpetuo de Valladolid, tendrá que abandonar el despacho ipso facto. Javier León de la Riva, que jugaba a ser el alcalde perpetuo de Valladolid, tendrá que abandonar el despacho ipso facto y volver más tiempo a su casa donde, según se cuenta, su mujer no ha parado estos años de darle consejos de moderación pública que él, prepotente como todos los de su especie, olvidaba en cuanto entraba en el Ayuntamiento lugar en el que ejercía de auténtico virrey. Su fuerte era el machismo, que reflejaba como estrategia para demostrar el poder de decir y hacer lo que le venía en gana que le confería su cargo municipal.

Aunque ya era sabido y criticado el machismo, que sus palmeros disculpaban y ensalzaban, lo que ahora le cuesta el cargo es la desobediencia que el juez ya por aburrimiento le ha penado con trece meses de inhabilitación para cargo público, incluido el de concejal que como premio de consolación por su derrota reciente en las elecciones municipales se había ganado. Es decir, que además de autoritario y machista irredento, es desobediente. Hacía cinco años que sobre él pesaba una condena judicial y otros tantos que llevaba escaqueándose de cumplirla.

Además, que su desobediencia no respondía a un asunto municipal, como algunos adictos quieren demostrar, sino a la resistencia a aplicar los cambios de un edificio fuera de la normativa municipal en el que casualmente él tiene un piso propio. ¡Menudo ejemplo que ha dado el regidor a sus convecinos! Con alcaldes así en España no necesitamos rebeldes de guardia. El señor León de la Riva, que patalea ante el final de su carrera política, dice que recurrirá, y hace bien; tiene el derecho que tanto discutía a otros a hacerlo.

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