Pablo Iglesias y Albert Rivera llevan varios días lanzándose pullas. El mejor síntoma para señalar que ambos se reconocen ya como adversarios de peso. Pablo Iglesias ha vuelto a cargar este viernes contra Albert Rivera y contra su partido. El argumento ha sido el más inteligente: yendo más allá de las calificaciones ideológicas –no es raro que desde los ámbitos de la izquierda a Rivera se le tilde de ser el líder de una formación claramente asociada a la derecha más “rancia”- lo que el politólogo de la Complutense ha dicho es que Rivera no supone ningún cambio.
“No es una buena noticia que [Esperanza] Aguirre y las empresas del Ibex 35 estén contentos con Ciudadanos, o que Rosell esté contento con sus propuestas”, ha declarado Pablo Iglesias, en respuesta a lo que el propio Rivera aseguró hace unos días: que Ciudadanos no era ningún “recambio” sino que, de igual forma que Podemos, busca el “cambio”, aunque éste tenía que ser “sensato”.
En conclusión, y según mi jefe, el cruce de sables que están llevando a cabo ambos líderes da una pista clara de por dónde va a ir el panorama político patrio durante los próximos años: dos partidos viejos a la baja (actual bipartidismo) y dos partidos nuevos al alza (Podemos y Ciudadanos). La pregunta es si el sistema se mantendrá con cuatro partidos fuertes pujando por el poder, y por cuánto tiempo, o si España es verdaderamente un terruño dividido en dos, y así es como seguirá quedando en los anales.
