¿Será Ciudadanos el bote salvavidas de ‘la casta’?

Detrás de la cortina

¿Será Ciudadanos el bote salvavidas de ‘la casta’?

La posible fragmentación del voto convierte al partido de Rivera en la ‘novia ideal’ de los dos grandes Hay ambientes en los que la irrupción de Ciudadanos en el panorama político español ha provocado grandes suspiros de alivio. Son esos en los que el último estribillo de moda es reclamar un gobierno estable. Una mayoría suficiente para consolidar la incipiente recuperación económica y asegurar que sus supuestos beneficios lleguen, por fin, a todos los españoles. O al menos, a una cantidad suficiente para que el descontento empiece a ceder y la indignación deje de ser el principal nutriente del ideario político de los ciudadanos.

Es obvio que los diseñadores de este tipo de campañas que pretende crear un clima de opinión favorable para sus intereses son los habitantes de ese mundo ideal que nos describe últimamente el presidente del Gobierno Mariano Rajoy en todos y cada uno de sus discursos. La feliz arcadia insolidaria donde la crisis no ha tenido lugar. Ese territorio mitológico en el que convive cierta élite política y más de una gran fortuna, los dos componentes el grupo ahora conocido como ‘la casta’.

No diré que a estos santos varones y hembras no les preocupen las posibles consecuencias de la inestabilidad social que han generado con su gestión de la crisis. Hasta es posible que haya alguno que reconozca, nunca en público, claro, que «a lo mejor se les ha ido un poco la mano y se han hecho algunas cosas que no estaban del todo bien».

Está claro que tras la irrupción inesperada del fenómeno Podemos, hubo quien hizo el descubrimiento inesperado de que el hecho de que España todavía sea una democracia en la que se vota cada cuatro años, a lo mejor se convertía en un problema a medio plazo para aquellos que habían aprovechado el mal momento económico y se habían hecho más ricos y poderosos todavía gracias a la crisis.

Aquí se trata, fundamentalmente, ahora de salvar los muebles. Y los muebles, amigos míos, no son en este caso sólo las propiedades, el dinero de las cuentas corrientes y demás componentes de la ‘riqueza tangible’. Es conveniente también asegurar la supervivencia de la ‘riqueza intangible’ que han ganado durante estos últimos años gracias a los gobiernos marioneta del PP y el PSOE y al impulso incomparable de Santa Angela Merkel y sus apóstoles de Bruselas.

Nos referimos a ese puñado de leyes antisociales, como las dos últimas reformas laborales, por poner un ejemplo paradigmático, que otorgan todo el poder de decisión sobre la economía a los representantes empresariales del poder financiero.

Ahora que, por fin, el resto de nosotros empezamos a tener claro que el trabajo es un bien escaso y que tener un trabajo no significa poder ganarse la vida, sería una verdadera lástima que se produjera un resultado electoral desfavorable para el mantenimiento de este discurso ideológico que ya había empezado a calar en una sociedad derrotada, devastada y, lo que es mejor, dividida.

El escenario perfecto para el desmantelamiento, ya en marcha, de todos los derechos sociales conquistados en la segunda mitad del siglo XX tras las dos guerras mundiales que devastaron Europa.

Hasta hace muy poco, más o menos hasta las elecciones griegas, los estrategas de la ‘casta’ parecían confiar en que la mezcla del voto del miedo y los sufragios del pequeño, pero creciente, grupo al que las cosas le van ahora un poquito mejor, podía ser suficiente para ganar el partido. Aunque fuera de penalti y en el último minuto. Incluso si era necesario forzar un pacto entre ‘rojos’ y ‘azules’. Esa bendita gran coalición que tan bien funciona en Alemania y que había permitido hasta hace muy poco imponer el ‘austericidio’ en Grecia.

Pero la victoria de Syriza en el país europeo más baqueteado del Sur ha encendido todas las alarmas. Fuera de la retórica dominante y del machacón soniquete de los medios de comunicación españoles, los que saben lo que está pasando tienen muy claro que Alex Tsipras y su equipo han logrado cambiar la correlación de fuerzas. Han conseguido, por ejemplo, salvar prácticamente por completo su programa social más el reconocimiento tácito de que sin aumentar la recaudación fiscal y el crecimiento, Atenas no tendría posibilidades reales de pagar la deuda.

De modo que, con Podemos resistiendo en las encuestas en el entorno del 20%, a pesar del intenso fuego graneado al que se les ha sometido, con el PP desangrándose y con el PSOE hundido, empezaba a ser necesario un ‘plan b’. Y ahí es donde de repente, Ciudadanos y su líder Albert Rivera empiezan a ser útiles. Sobre todo, una vez que, paralizada la batalla de Cataluña, este partido podía tomarse en serio volver a intentar implantarse en todo el territorio.

Cierto que el PP va a sufrir con la proliferación de ‘naranjitos’ sueltos por el territorio español. Y también que el PSOE va a ver muy limitadas sus posibilidades de pescar en los caladeros más conservadores a los que solían recurrir cuando era necesario. También que algunas figuras, las menos presentables, como podrían los recientemente defenestrados Tomás Gómez e Ignacio González, tendrán que abandonar el escenario sin aplauso alguno. Pero es probable que, por fin, se haya encontrado la solución perfecta para frenar un cambio que parecía inevitable.

Rivera y los suyos, ‘nacidos para pactar’, pueden ser la llave de la ‘estabilidad’. El definitivo bote salvavidas de la casta en estos tiempos de tormenta y zozobra. O eso creen algunos que ya se muestran convencidos de que gracias a Ciudadanos, tendremos ‘bipartidismo’ para rato. Aunque haya que acostumbrarse a la presencia constante de una bisagra de seguridad.

Da lo mismo. Antes también existía de todos modos. Y salía mucho más cara. Ya saben que los partidos nacionalistas tienen una habilidad más que acreditada para conseguir ‘prebendas’ a cambio de votos. Seguro que los buenos chicos de Rivera se conforman con bastante menos.

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