El ‘sprint’ final de Podemos

Detrás de la cortina

El ‘sprint’ final de Podemos

En sólo un año, el partido de Pablo Iglesias parece haber consolidado unas expectativas de voto cercanas al 25%. No hay fin de semana sin encuesta. Y este no podía ser menos. Hoy, el ABC publica un nuevo sondeo electoral cuyos resultados vuelven a dibujar un panorama bastante parecido al que ya conocíamos. Con una disposición distinta en los puestos que se atribuyen al trío que encabeza los pronósticos, eso sí. La cabecera de Vocento, otorga la primera posición al PP, la segunda a Podemos y la tercera al PSOE. Hace siete días, ‘El País’, atribuía la futura victoria al partido de Pablo Iglesias. Detrás estaría el grupo de Pedro Sánchez y luego vendría el de Mariano Rajoy.

Este trío de cabeza se reparte en ambos casos cerca del 70% de los votos, lo que empieza a dejar claro que cualquier posible alternativa de gobierno que pueda plantearse tras las próximas elecciones generales estará basada, y condicionada, por este triángulo imperfecto. Con otra circunstancia que parece evidente a día de hoy: a estas alturas la foto fija empieza a ser casi estable, entre otros motivos, porque Podemos habría tocado su primera línea de resistencia al alza, en el proceso de espectacular crecimiento que ha experimentado.

Pero todo se reduce a eso. Y tanto el PSOE como el PP, lo saben. Sus ‘gurús’ de guardia, sus sociólogos y sus asesores ven cada vez más complicado que su nuevo y joven contrincante vaya a retroceder en los próximos meses. Y eso va a ser así, a pesar de las campañas de descrédito, como la organizada a cuenta de la beca de Iñigo Errejón en la Universidad de Málaga, o de tropiezos incomprensibles fruto de la inexperiencia, como el patinazo de Begoña Gutiérrez, la secretaria general de Podemos en Sevilla, a cuenta de la Semana Santa.

El motivo de esta certeza proviene del tipo de electores que han conseguido captar hasta ahora Pablo Iglesias y los suyos. Un grupo que es, según el último trabajo sobre este asunto, publicado por el colectivo Politikon, el ‘target’ dorado de cualquier publicista. Son jóvenes, con formación académica, de la banda alta de la clase media y, preferentemente, con residencia en núcleos urbanos. Es decir, se parecen muy poco a las mesnadas de obreros no cualificados que en el imaginario político del siglo XX se relacionaban con los grupos de activistas de izquierdas.

No. Los apoyos de Podemos llegan de la generación Erasmus. De ese grupo que constituía la gran esperanza de modernización de España. antes de que la crisis propiciara un cambio político y diera excusas a las colectivos que llevaban años intentando desmontar el estado del bienestar para derribarlo por fin. Los votantes potenciales de este nuevo partido que lo ha sacudido todo se parecen mucho a sus dirigentes. E, incluso, en contra de lo que pueda parecer son mucho más prágmaticos de lo que fueron sus padres. Aquellos que impulsaron la transición y condujeron a Felipe González al poder en 1982.

Por lo mismo, las estrategias basadas en el miedo que han aplicado hasta ahora los dos grandes partidos españoles, no van a funcionar. No lo harán con este colectivo, porque su formación política es alta y su capacidad de análisis también. Así que, sin un discurso bien estructurado y unos argumentos con base real no habrá manera de que este grupo, que suele estar siempre en la vanguardia de los cambios políticos, vuelva a depositar su confianza en marcas y siglas políticas tan desgastadas y sospechosas como las del PP y las del PSOE.

A estas alturas, a ambas formaciones sólo les queda enrocarse e intentar defender los caladeros de voto que aún tienen. La población de las zonas rurales, la clase media baja y los habitantes de áreas en las que el clientelismo tradicional está completamente instalado y a cuyos votantes, por supuestos intereses propios, les cuesta imaginarse un mundo futuro en el que el bipartidismo no marque la pauta.

¿Lo conseguirán? Quizá. Por eso se la juegan a parar el partido. Van a intentar dejar las cosas como están. Con un reparto de escaños como el actual, ese acercamiento entre élites extractivas, ese pacto PP-PSOE, que se impulsa desde muchos frentes, bastaría para dejar las cosas como están, o casi, introduciendo si acaso en el cóctel alguna cara nueva que ofrezca la ilusión del cambio ‘tranquilo’ y responsable que ambos partidos intentan incluir a toda prisa en su oferta electoral.

De ahí que sea justa y comprensible, la cautela con que Podemos suele valorar las encuestas. Es cierto que para conseguir una mayoría suficiente capaz de impulsar el cambio político que pretenden, aún les falta mucho camino por andar. Tienen que conseguir, y no les va a ser fácil, ganarse la confianza de esos colectivos remisos, de los que se encuentran muy alejados. Desde cualquier punto de vista. El social y el cultural, también.

Por eso Iglesias y su equipo no pueden permitirse ya muchos más tropiezos como el experimentado con la Semana Santa sevillana, al que nos referíamos antes. No si, de verdad esperan formar parte del Gobierno que salga de las próximas elecciones generales. Pero aprenden rápido. Tienen claro, por ejemplo, que esa fue la asignatura pendiente de Syriza en las últimas elecciones griegas. El motivo por el que entonces, con todas las encuestas a favor, Alex Tsipras no consiguió los votos suficientes para llegar al poder.

Y, además, todavía tienen tiempo. Sólo necesitan encontrar el lenguaje adecuado y empezar a ofrecer resultados desde los centros de poder local que consigan controlar, tras las próximas elecciones municipales y autonómicas. No será fácil, desde luego. Pero tampoco lo ha sido llegar hasta aquí tras haber captado con tal precisión las necesidades políticas de la sociedad como lo han hecho. Así que, ¿por qué no van a ser capaces de dar el siguiente paso? Lo cierto es que ya se han puesto a ello. Ahora toca esperar y ver.

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