Pablo Iglesias, el enemigo a batir

Detrás de la cortina

Pablo Iglesias, el enemigo a batir

El líder de Podemos se ha convertido en el político más temido por los partidos rivales que no saben cómo parar su irresistible ascensión. Tras su sorprendente irrupción en escena después del éxito obtenido en las elecciones europeas, Podemos sigue ganando apoyos a velocidad de vértigo entre la ciudadanía y su líder, Pablo Iglesias, ya es, sin lugar a dudas, el principal enemigo a ‘batir’ por todas las demás figuras políticas del resto de los partidos, hasta el punto, de que, sin aparente esfuerzo por su parte, semana tras semana marca la agenda informativa de los medios de comunicación.

Hoy mismo, en su columna dominical, Pedro J. Ramirez, el celebre exdirector de ‘El Mundo’, se ocupa de este asunto con su particular estilo. Para hablar de sí mismo fundamentalmente y volver a explicar la historia de su destitución.

Sin embargo, lo curioso es que en la primera parte del artículo, en la que roza el elogio a Pablo Iglesias, Pedro J. admite que en el análisis que Podemos ha realizado sobre el estado de la libertad de prensa en España, Iglesias y los suyos aciertan de pleno. De hecho, el propio Ramírez se define como una víctima de este contexto envenenado que amordaza la información.

Luego, por supuesto, el veterano periodista, tras alabarles el diagnóstico, les discute el remedio que quieren a aplicar y vuelve a recurrir a la socorrida treta de relacionar a Pablo Iglesias con el ‘chavismo’ para intentar descalificar las soluciones que Podemos ha aportado al problema. No servirían, dice Ramírez, porque están inspiradas por una forma despótica de gobernar que, como podría apreciarse claramente ahora en Venezuela, al final convierte a los medios de comunicación en meros propagandistas del poder.

Pero más allá de ese grupo de acólitos y ‘hooligans’ que se retroalimenta con este tipo de proclamas, el argumento de Pedro J. tiene una venta muy complicada. ¿Acaso no es eso mismo lo que ya ha sucedido en España, como probaría la misma caída de Ramirez? Entonces, ¿cuál es la diferencia que se propone? ¿Por qué la prensa de partido controlada por grupos de comunicación privados es mejor que la otra?

Por eso, es ahí donde, una vez más, Pedro J. comete el mismo error que el resto. Como se ha visto, ese tipo de ataques centrados en un supuesto escenario futuro en el que España, tras una eventual victoria en las urnas de Podemos, se convirtiera en una dictadura estalinista, no sirven para frenar la oleada de entusiasmo provocada por una opción política que ha sido capaz de llamar a los problemas por su nombre.

Y también de plantarle cara a los culpables de la actual situación y a exigirles responsabilidades e incluso, hacerles pagar, si hace falta, el precio de esa estrategia de descalificación gratuita tras la que intentan esconder las miserias provocadas por años de corrupción y golfería.

Los ciudadanos quieren esa reparación y empiezan a exigirla ya. Ese es el motivo, por ejemplo, de que en sólo tres horas, Iglesias y los suyos consiguieran recaudar dinero suficiente para demandar a Esperanza Aguirre y Eduardo Inda por la ligereza con que intentaron ligar al joven político con el entorno de ETA.

Esas son la grandes bazas de Podemos. Y también, el hecho de contar con líderes nuevos que no han participado en las ‘corruptelas’ de la partitocracia que ha arruinado a España, según la opinión ya casi mayoritaria de la ciudadanía.

Desde el momento que Pablo Iglesias y su equipo han sido capaces de hacer girar el debate político hacia los problemas que, de verdad, afectan a los ciudadanos y de proponer soluciones alternativas, el partido ha cambiado de signo.

Y, mientras más tarden en darse cuenta los rivales políticos de Podemos de esta nueva realidad peor lo van a pasar. Las excusas se han acabado. Y las descalificaciones también. Ha llegado la hora de actuar con seriedad para cambiar una situación absolutamente insoportable y quienes no estén dispuestos a hacerlo serán engullidos por la historia.

Más información