Desde horas tempranas para la revolución con la desaparición del más carismático y popular comandante del Ejército Rebelde, Camilo Cienfuegos, y luego aquella crisis de los misiles o de octubre, como algunos le llaman, que estuvo a punto de conducirnos a una conflagración nuclear, hasta hoy día, el compendio de adversidades es largo y tendido.
Huracanes como el Flora, con unos 2.000 muertos, hasta crueles sabotajes apadrinados por el imperio como ese de la voladura en pleno vuelo de un avión comercial de Cubana en la ruta Barbados-Jamaica-La Habana, la muerte-asesinato del Che Guevara y epidemias en toda la isla, conforman algunas de las desventuras.
Y el comienzo de este octubre no ha podido ser peor. Una metástasis generalizada en toda la geografía electro energética donde ya no se habla de apagones, sino de “alumbrones” en toda la isla, además de ese cóctel de un virus que aún no tiene nombre y que, en ciudades tan distantes como Cárdenas y Ciego de Ávila, sus autoridades han decretado la emergencia epidemiológica.
Mucho líquido, descanso, mascarillas y alguna pastilla para los dolores articulares o fiebre siempre y cuando no sea la clásica aspirina y vaya usted a reposar en casa.
Como tapa al pomo, el aviso de un posible ciclón o huracán porque este es su mes favorito.
¿Y ya se enteraron? La reciente amenaza del díscolo y a veces risible míster Donald Trump de volar en pedazos las “bases” de escucha electrónicas chinas situadas en la isla según él. A ver si le meten un “dronazo” al restaurante de Vargas Lee, maestro en artes marciales, en el capitalino barrio chino y ni unas maripositas podremos enviar garganta abajo ahora que la alimentación es también otra desgracia.





