Joaquín Almunia, exsecretario general del PSOE y exvicepresidente de la Comisión Europea

Entrevista

Joaquín Almunia, exsecretario general del PSOE y exvicepresidente de la Comisión Europea

El exsecretario general del PSOE analiza en EL BOLETÍN las principales vicisitudes de la actualidad europea y socialdemócrata.

Joaquín Almunia, excomisario de economía de la Unión Europea

«La socialdemocracia ha prometido cosas inviables y ha dejado de ser creíble»

‘Ganar el futuro. Cómo Europa y la socialdemocracia pueden salir juntas de la crisis’ (Editorial Taurus). Así se llama el nuevo libro de Joaquín Almunia, exsecretario general del PSOE y exvicepresidente de la Comisión Europea. De fácil lectura, Almunia refleja en su libro cierto optimismo hacia un futuro que, en gran medida, depende de la recuperación socialdemócrata. Hincha acérrimo del Athletic de Bilbao, el exlíder del PSOE repasa en EL BOLETÍN las vicisitudes en las que se encuentra Europa y el partido que un día lideró.

La primera cuestión que se me vino a la cabeza a la hora de preparar la entrevista fue pensar que sus grandes especialidades no viven sus épocas más felices. Ni Europa, ni la socialdemocracia…y tampoco el Athletic.

Ya volveremos

No sé quién volverá antes…

Pues yo creo que el Athletic primero, luego Europa y después la socialdemocracia. Por ese orden. Aunque la verdad es que en el año 83 fue al revés. Nada más ganar las elecciones (Felipe González, 1982), el Athletic ganó la Liga.

‘Ganar el futuro: Cómo Europa y la socialdemocracia pueden salir juntas de la crisis’. En el libro plantea que la idea europea está profundamente ligada a la socialdemocracia. ¿La crisis socialdemócrata deriva de la crisis europea?, o es más bien al revés…

Creo que hay factores específicos en cada uno de ellos, pero hay otros que son comunes. Yo creo que la incapacidad de generar un crecimiento económico que de paso a una redistribución y a una financiación de los servicios públicos para todos va unido.

Si Europa no profundiza en su mercado interior y no consolida la unión económica y monetaria que acompañen a la moneda única muchos de los objetivos de la socialdemocracia no se pueden llevar a cabo. Se pueden prometer pero no hay condiciones para financiarlos.

Por lo tanto, yo creo que Europa tiene que acabar de construir la unión económica y monetaria, dar estabilidad a nuestras economías y generar más oportunidades de crecimiento. Eso tiene que ir seguido de una capacidad de redistribución.

En el libro comenta que la socialdemocracia ha pecado de prometer políticas inviables. ¿Ha sido populista?

Lo que le falta a la socialdemocracia es una política económica viable. Asegurar un sistema de bienestar, luchar contra la pobreza, generar oportunidades de empleo para los jóvenes, hacer sostenible el sistema de pensiones…

Todo eso es viable, y lo hemos conocido. Y en buena medida todavía vivimos de esas rentas. Sin embargo, si no hacemos una política económica que ofrezca más crecimiento y mejor distribuido, las políticas que fueron viables hasta hace poco empiezan a dejar de ser creíbles porque los ciudadanos ya saben que los programas electorales no se van a convertir en resultados.

Las ideas de la socialdemocracia se basan en los principios de igualdad, de libertad, de protección de los derechos humanos… ¿han dejado de ser prioritarias para las sociedades?

Yo creo que no. La gente sigue queriendo que haya más igualdad. La gente sigue queriendo buena Educación y Sanidad, y buenas pensiones. Y empleos de calidad.

Eso, durante muchas décadas en Europa, quien mejor ha sabido traducirlo a resultados concretos ha sido la socialdemocracia. En este momento la gente sigue queriendo lo mismo pero ve que las propuestas económicas de la socialdemocracia y la gestión de ésta cuando está en el gobierno no son creíbles.

¿Por qué?

Bien porque estando en el gobierno no ha hecho lo que prometía o bien porque promete cosas que la gente ya sabe que no va a poder hacer.

Y ahí está la crisis de la socialdemocracia, o gestiona de una manera que no se distingue de la gestión de un gobierno moderado de centroderecha, o bien pasa a prometer unas cosas inviables.

Pero gran parte de la pérdida de votos de la socialdemocracia ha ido a parar a formaciones catalogadas como populistas que sí prometen esas ‘cosas’.

Sí, pero no tienen más votos que la socialdemocracia. Han aumentado de votos, eso sí.

La cuestión con los populismos es, ¿cuánto dura la demagogia? Si los electores no creen a la socialdemocracia, mucho menos a los populistas. Estos partidos recogen indignación, crítica, cabreo. Pero si algún día llegaran al gobierno, decepcionarían.

No son una oferta de largo alcance. Son flor de un día. La socialdemocracia tiene 140 años, al menos. El PSOE ha cumplido esta semana 139 años. Y el SPD (Alemania) todavía es más antiguo. Eso muestra que algo bien han hecho.

La pérdida de patrimonio de la socialdemocracia, banderas ‘suyas’ como el sistema sanitario para todos, educación, pensiones, seguro de desempleo, han sido asimiladas por formaciones de diverso espectro político.

¿Esa pérdida de patrimonio deja a la socialdemocracia en tierra de nadie?

Pongamos el caso de la Sanidad. Es verdad que la sanidad universal para todos es un logro de los gobiernos socialistas, principalmente. ¿Se lo han apropiado todos? Sí, en el discurso. ¿Quiénes están destrozando la Sanidad? El PP. No lo destroza el PSOE.

El centroderecha se apropia de cosas, que me parece muy bien que apoyen cosas que rechazaban, que luego se las cargan de forma hipócrita. Eso es lo que hay que explicar. Y los populismos, por ejemplo, no lo explican. Meten a todos en un mismo saco. Cómo van a poder gobernar si no saben distinguir entre lo bueno y lo malo.

¿La crisis no es la principal responsable del deterioro de la Sanidad?

No. Hay comunidades dentro de España que han sufrido la crisis y que no han hecho los recortes que, por ejemplo, hemos sufrido en Madrid. Hay que distinguir. E, insisto, los populismos no lo hacen.

¿Por qué han brotado los populismos?

Porque la gente estaba sufriendo las consecuencias de la crisis y estaba indignada porque no se respondía bien a esas consecuencias. Aprobaban decisiones injustas para, supuestamente, afrontar la crisis.

Pero eso ha sido responsabilidad de las formaciones ‘clásicas’…

Es verdad que el PSOE gestionó mal el inicio de la crisis. Pero los daños sociales de la crisis se han producido en un porcentaje altísimo durante la gestión del PP, no de Zapatero.

¿Qué hizo mal el PSOE al inicio de la crisis?

Negarla. Intentar mirar para otro lado y pensar que la crisis iba a pasar como una tormenta de verano. No explicó a los ciudadanos que sí teníamos crisis. Sin embargo, pasamos de la noche a la mañana a congelar (2010) pensiones, a hacer recortes.

¿Eran exigencias de Bruselas?

No. Bruselas decía ‘usted tiene un problema, vamos a resolverlo’. A cambio del apoyo para resolver ese problema, hubo unas condiciones. Ahora bien, pensiones, por ejemplo. Bruselas nunca impone qué tipo de reforma de las pensiones debe hacer.

Te señala con el dedo y te dice ‘usted tiene un problema con las pensiones’. Y está bien que lo haga. En España tenemos un problema con las pensiones, con un déficit creciente, y decir eso no es de derechas ni de izquierdas. Decirlo es no negar la realidad.

Ahora, ¿cómo se resuelve eso? No te lo va a decir Bruselas. Te dice simplemente, ‘usted tiene un problema’.

El PP y PNV pactaron una actualización de las pensiones acorde al IPC (1,6%). Durante estos últimos meses el Gobierno había insistido en que la reforma de pensiones que supuestamente imposibilitaba ese aumento (solo al 0,25%) era una orden de Bruselas…

Es mentira. Es mentira que desde Bruselas, por ejemplo, se diga que la reforma laboral tenga que ser de tal manera. La reforma de trabajo de 2012 se ideó aquí por el PP, se redactó aquí y se aplica aquí.

¿Se ha achacado a Bruselas decisiones impopulares que eran decisiones nacionales?

Todas las decisiones injustas que se han adoptado durante los siete años de gobierno del PP se intentan derivar hacia Bruselas. Y todo lo bueno que pasa gracias a las condiciones de Bruselas se intentan apuntar como medallas exclusivas del gobierno español.

Por ejemplo, ¿por qué se llega al sistema de reestructuración del sistema bancario español? Fue gracias a planes aprobados en Bruselas a cambio de dinero.

¿Culpar de todo lo malo a Bruselas no es el mejor alimento para el euroescepticismo?

Sí. Hay políticos con minúscula y de muy mala calidad que prefieren echar balones fuera a cambio de deteriorar la imagen de la UE, antes que asumir sus propias responsabilidades. Se creen que pueden engañar a todo el mundo en democracia, y eso es imposible.

¿A qué políticos se refiere?

¿Le valen los gobiernos de Mariano Rajoy?

Sin embargo, las encuestas no prevén que el socialismo amortice la mala gestión de Rajoy. En el libro asegura que siempre que la socialdemocracia ha triunfado ha sido gracias a una «profunda voluntad reformista», y también que debe “adaptarse y renovarse”. ¿Le falta esa voluntad?

Primero la socialdemocracia no tiene una estrategia clara para mejorar el crecimiento económico. Durante los años gloriosos, después de la II Guerra Mundial, había crecimiento económico y no había que preguntarse de dónde venía.

En esas circunstancias, la socialdemocracia podía redistribuir, y lo hizo muy bien. Ahora hay que preguntarse ‘¿cómo se crece?’. Es verdad que se puede crecer, en España lo estamos haciendo ahora, pero el crecimiento mal orientado, el que no está basado en la productividad, el que no fomenta suficiente inmigración, el que no presta demasiada atención a la Educación o el que no desarrolla la investigación, es un crecimiento flojo.

La socialdemocracia no tiene una estrategia propia identificable que diga ‘mira, nosotros queremos crecer así’.

¿Por dónde debería ir esa estrategia?

Apostando por la Educación, por la innovación. No teniendo miedo a los cambios tecnológicos, no teniendo miedo a liberalizar mercados que no funcionan bien si no están liberalizados que no pueden competir con economías cada vez más dinámicas.

No hay que dejarse llevar por el proteccionismo.

¿Qué política económica puede garantizar el estado de bienestar dentro de un sistema globalizado donde se compite con salarios bajos y precarios?

Esa. Una política que preste atención a la productividad. Eso quiere decir el fomento de la inversión e innovación.

Aquí en España, ¿cómo es posible pensar que se puede tener un proyecto político sin tener un diagnóstico serio para evitar que siga siendo el récord europeo en paro? No se puede hacer así la política.

¿Cómo se evita que España lidere (junto a Grecia) ese ránking?

Primero, diseñando una estrategia que empiece por la Educación, la investigación o un replanteamiento del sector servicios, que ahora solo es capaz de ofrecer salarios bajos y precarios.

¿Esas condiciones derivan de la competencia con países que precarizan sus salarios?

No es verdad. Los países más competitivos de Europa no son los que tienen los salarios más bajos. Al revés, son los que los tienen más altos. ¿Por qué? Porque se los pueden pagar, porque tienen productividad, sectores dinámicos, invierten, no asignan recursos a burbujas o a sectores como el ladrillo.

El gobierno de Zapatero no paró esa burbuja inmobiliaria…

Ese fue un error. Es verdad que no se generó en esa época, fue antes. Pero es verdad que en vez de afrontar una reorientación clara de nuestro modelo, por desgracia nos dejamos llevar por las inercias del dinero fácil. De ganar a base de comprar apartamentos y revenderlos en seis meses. Eso no es una economía seria.

Era duro ser el ‘aguafiestas’.

Sí, pero para poder celebrar la fiesta dentro de cuatro años a lo mejor tienes que parar las alegrías desde el minuto uno.

Es un tanto paradójico que una crisis del capitalismo, como se detectó desde un inicio, haya dejado en peor lugar a la socialdemocracia que al liberalismo, cuando en su momento se llegó a afirmar que era el momento de “refundar el capitalismo”.

Eso es una frase demagógica de un tipo de derechas, como Nicolás Sarkozy. Me asombra que algunos digan ‘se había decidido refundar el capitalismo’. Qué demonios, a Sarkozy se le ocurrió decir eso para mirar hacia otro lado y no decir lo que tenía que hacer en Francia para afrontar bien la crisis.

Vaya usted (a un Sarkozy hipotético) a la esquina y cuando lo haya refundado me lo cuenta.

¿No se comentó en su momento que había que poner mayor regulación?

Sí, y se ha puesto regulación en el sistema financiero. Mucha, no digo que toda la necesaria, pero mucha.

¿La intervención del Estado es necesaria?

Sí, siempre y cuando haga falta intervenir y si se interviene bien. En cualquier caso, la ‘mano invisible’ (no intervención estatal) también es eficaz en algunas áreas de la economía.

¿En qué sectores debe intervenir el Estado?

En Educación, Sanidad.

¿En el sistema bancario?

Tienes que regularlo, sí. Y eso es lo que se ha hecho.

En el libro recuerda que Tatcher y Reagan, el liberalismo extremo, llegaron después de una crisis (la del petróleo). ¿Tiene algún paralelismo esa circunstancia con la victoria de Emmanuel Macron o el auge de Ciudadanos en las encuestas?

Macron no aboga por la no regulación, en absoluto. No sé Ciudadanos por lo que aboga, porque no les escucho cosas concretas.

Macron se define como liberal…

Pero ser liberal, en lo político, hay que serlo. Para no ser autoritario y defender los derechos individuales. No pensar que el Estado es quien nos va a hacer felices. El liberalismo político es básico.

Yo creo que Macron se refiere al liberal desde la vertiente económica…

En ese caso, depende. Allá donde el mercado funciona bien, ¿para qué vas a intervenir?, ¿para que haya unos pocos que se lo lleven crudo a casa?

¿Macron es un modelo a seguir para la socialdemocracia?

No, la socialdemocracia debe llevar su propia línea. Si quiere seguir existiendo como tal, y ojalá lo siga haciendo, debe marcar su línea en virtud de sus valores. Tiene mucha historia como para copiar.

Hay muy pocos primeros ministros socialdemócratas en estos momentos.

Cuando yo era secretario general del PSOE, de los 15 países de la UE, había 13 gobiernos con presencia socialdemócrata y once primeros ministros.

Uno de los pocos ejemplos de ahora es el primer ministro portugués, Antonio Costa. ¿Es un espejo al que mirarse, como aseveró Pedro Sánchez hace unos meses?

Yo creo que cada uno debe analizar su propia realidad. ¿Por qué vamos a tener que copiar el modelo portugués, francés o inglés?

Antonio Costa no ha ido por ahí mirando qué modelos hay. Ha mirado la situación portuguesa y se ha aliado con dos partidos de izquierda que le dejan gobernar. Y es muy inteligente y hábil.

Antonio Costa estuvo hace poco en el Parlamento Europeo en las jornadas ‘El futuro de Europa’.

Está bien que los primeros ministros vayan al Parlamento Europeo a explicar su proyecto.

España no ha enviado ninguno…

Es posible que Aznar estuviese alguna vez, pero no recuerdo a otro.

El título de las jornadas es ‘El futuro de Europa’. ¿Qué futuro le espera con una población tan envejecida?

Es un problema y un desafío. Hace falta mejorar las tasas de fertilidad. Y eso requiere unas políticas ambiciosas, que no bastan con dinero. Hay que hacer conciliación y estrategia de servicios sociales.

Hay que evitar que la mujer, por el hecho de ser madre, no sea excluida del mercado laboral. Es un debate muy importante.

¿Europa necesita inmigración?

Sí. No solo es que acepte recibir, a veces con buena cara y otras veces con mala cara. Es que necesitamos recibir inmigración. Nosotros solos no vamos a disponer de la fuerza necesaria para seguir creciendo.

Pues hay miles queriendo cruzar el Mediterráneo y ni les aceptamos ni les damos vías seguras…

Hay países que lo dan. Alemania y Suecia, por ejemplo. Hay reacciones muy positivas y hay otros países y otras fuerzas políticas que son totalmente miopes. Y la miopía les lleva a la xenofobia.

España, por ejemplo.

Nosotros hemos recibido muchísimos inmigrantes. Ha sido el país donde más crecía la inmigración durante muchos años.

Me refería a la cuota de refugiados que España y el Gobierno de Mariano Rajoy no ha cumplido…

Hemos fallado de una manera clamorosa en el derecho de asilo y refugio. Sí. Es impresentable. La sociedad española es mucho más generosa que algunos de sus actuales gobernantes.

“La Marca España me parece falsa”

¿Cómo se debe articular la integración europea a nivel cultural?

Desde el punto de vista cultural, es verdad que en cada lugar hay parcelas de identidad propias. Pero a la vez, como europeos, compartimos gran parte de nuestra identidad. Precisamente la integración europea es una reflexión colectiva derivada de una historia común.

Sabemos que no se puede crear una identidad europea de la noche a la mañana. Por ejemplo, la ‘Marca España’ me parece falsa. Un eslogan que no llega muy lejos. Y la ‘Marca Europa’ sería igual o peor en cuanto a artificiosidad.

Hace poco escuché que las becas Erasmus, la Champions League y Ryanair eran los fenómenos culturales que más habían ayudado en el proceso de integración europeo…

Sí, Interrail, Ryanair y todas las líneas low cost, que comenzaron gracias a la liberalización del sector. Aunque tampoco estoy muy convencido de que los turistas que pasan dos días en Madrid se impregnen del todo de la cultura española.

En Europa te encuentras a mucha gente que tiene una idea de España y de los españoles que no es acertada. Siempre piensan que es una playa, sol, calor, siesta, juerga, toros y bailoteo por la noche.

Salvo por lo de los toros, ojalá…

Probablemente haya gente que se pase un mes en España sin ver a un español leyendo un libro.

En el metro se ve a bastante gente leyendo.

Es verdad que se lee mucho en el metro. Cuando miro a la gente con el móvil en la mano, echo una mirada de reojo para ver si están leyendo o jugando al Candy Crush.

“Bajar impuestos es de derechas”

Susana Díaz dijo hace un año, más o menos, que el PSOE no era de izquierdas ni de derechas. Zapatero afirmó en su momento que bajar los impuestos también era de izquierdas. ¿El PSOE tiene complejos de su propia ideología?

La de Zapatero la recuerdo, y fue un error. No es verdad. Bajar impuestos en España, en estos momentos, no solo es de derechas. Es una atrocidad.

¿Subir impuestos es de izquierdas?

Sí, aunque hay que explicar, cómo los quieres subir, a quién les vas a subir más, y sobre todo, qué vas a hacer con el dinero. Y eso falla. Es muy difícil ganar una campaña electoral ofreciendo una subida de impuestos. Pero es imposible pensar en un futuro socialdemócrata con los actuales ingresos, porque no bastan.

¿Se cree que haya alguien que no sea de izquierdas ni de derechas?

Eso lo dicen los de derechas. Es una regla que no falla nunca.

Nadie es de izquierdas ni de derechas del mismo modo que se trata de negar la diferencia de clases. Todos creemos ser clase media.

Hay mucha gente que no se pregunta a qué clase pertenece. Gente que no llega a fin de mes. Lo que dice es ‘qué puta vida me ha tocado vivir’.

¿La lucha de clases tiene sentido?

No. La lucha de clases fue una cosa de otra sociedad. Una idea muy potente pero propia de la sociedad industrial que comienza a mediados del Siglo XIX y que acaba en mayo de 68.

Ese mes, el progresismo descubre nuevas áreas en las que tiene que actuar y pone en el sitio que corresponde las tensiones sociales.

Hoy en día, cuando preguntas a los ciudadanos en términos de clase, lo primero que van a hacer es mirarte un poco raro y te van a decir ‘clase media’.

Pero el salario medio de los menores de 30 años en España es inferior a los mil euros.

Es una explotación laboral que es evidente, pero no deriva de la clase. Porque el joven explotado, la mujer explotada o el inmigrante explotado no lo son porque sean de una clase. Lo son porque se ha desestructurado el sistema productivo. Porque la presencia sindical en el sector servicios es mínima. Lo son porque las regulaciones están desfasadas. Todo eso es un nuevo mundo.

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