Desde primera hora de la mañana, la secretaria de estado de Educación ha multiplicado su presencia en los medios para contrarrestar a los huelguistas. Por primera vez en la historia, todos los colectivos implicados en el sector de la educación: alumnos, padres y profesores, con la única excepción de la Concapa se han movilizado unidos para oponerse a una Ley de Educación: la Lomce, impulsada por José Ignacio Wert, el supuesto padre espiritual del polémico texto.
Pero no ha sido el ministro el encargado de dar la réplica en los medios de comunicación a la hoy poderosa ‘Marea Verde’. De hecho Wert parece haber enmudecido de repente.
Ese duro trabajo ha sido realizado por la secretaria de Estado de Educación, Monserrat Gomendio, actual pareja del ministro, a quién algunas fuentes atribuyen la ‘verdadera paternidad ideológica’ de la Ley.
La secretaria de Estado ha empezado su tarea a las nueve de la mañana en los desayunos de TVE. Allí ha descalificado a Muñoz Molina, que criticó ayer la Ley, ha acusado a los profesores de movilizarse por motivos puramente laborales y ha dejado muy claro que el Ministerio no se a echar atrás.
Luego Gomendio ha enviado un video a los medios donde ha cifrado en el 20,76% el seguimiento de la huelga, por lo que según ella, “el Ministerio entiende que la huelga es un fracaso”, y desde esta instancia se agradece mucho a los profesores, los padres y los alumnos que no hayan respondido a algunos lemas “demagógicos, simplistas y ofensivos”.
Sin embargo, el fracaso quizá no sea tal porque en esa misma pieza la secretaria de Estado invitaba a todos los sindicatos convocantes de la huelga a ir al Ministerio y presentar propuestas “reales”.
Antes de su ‘tour de force’ de hoy Gomendio ya había calentado motores durante los dos días anteriores con sus ágiles respuestas a las movilizaciones estudiantiles con las que intentó, sin éxito, desmovilizar al colectivo de padres, quizá el que le parecía más fácil de desmotivar.
A ellos les recordó que los profesores huelguistas tenían un puesto de trabajo remunerado, a diferencia de lo que sucedía con otros muchos españoles. Aunque para algunos observadores quizá fuera más relevante su forma descalificar a los estudiantes huelguistas.
Su argumento de que los alumnos que apoyaban las manifestaciones no dejaban ir a clase a los que querían estudiar, es un calco de los que utilizaban en la década de los sesenta los ministros de Educación franquistas, cuando intentaban desacreditar aquellas movilizaciones contra el régimen.
Cierto que, desde entonces, el estribillo ha sobrevivido con éxito y ha sido utilizado una y otra vez, por los ministros que se han visto en el trance de tener a los estudiantes protestando en la calle.
Gomendio también ha sido hoy protagonista en algunos medios digitales donde se explica que su divorcio se complica por el posible patrimonio que posee en algunos paraísos fiscales.
