La noticia ha aparecido hoy en los teletipos de la mañana y, rápidamente, mi jefe ha reparado en ella: la Comisión Nacional del Mercado de Telecomunicaciones (CMT) ha impuesto a Vodafone una multa de 250.000 euros por problemas tecnológicos que afectan a la portabilidad. Es decir, por impedir a su clientela cambiarse de compañía sin cambiar de número de teléfono.
Para mi jefe, que tiene claro que, como dice el famoso refrán, “en todas partes cuecen habas” resulta curioso que haya operadoras como esta que ‘boicoteen’ la libre competencia, sobre todo cuando su aportación a la economía nacional no es muy notable.
Es cierto que la existencia de ofertas y precios distintos, la competencia, contribuye a abaratar los servicios y que los monopolios son muy poco deseables, al menos para los consumidores. Y, sin embargo, que compañías que, apenas invierten en red y generan poco empleo se vean siempre favorecidas para impedir que el ‘operador’ dominante mantenga esta condición, no siempre es lo más interesante. Sobre todo, si el resto de las compañías actúan con total impunidad y aprovechan la ventaja sin dar nada a cambio.
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Cambiar de compañía y
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