La última mala nueva resulta ese multivirus, mezcla de zika, dengue, fiebre amarilla y chikungunya que una vez más ha puesto en aprietos al sistema de salud insular con hospitales colapsados y dormitorios de estudiantes de medicina convertidos en salas de recepción y observación de los pacientes más delicados.
El mosquito Aedes aegypti a en la mira del francotirador popular. Pero no sólo el alado perverso, sino otros, humanos por más señas, a los que culpan de las desgracias reinantes así sea el cargo o la responsabilidad que ostenten.
Y como apoyo logístico al malestar e inconvenientes para la salud física y mental, están a cualquier hora del día o de la noche los cortes de electricidad con el mosquito haciendo de las suyas, además de la falta de agua por días en varias zonas de la capital.
Una auténtica prueba de fuego y resistencia extrema para lidiar con tantas adversidades las 24 horas del día y una premonición callejera en torno a que “algo tendrá que pasar”.











