Su trayectoria, marcada por la defensa de los derechos y la igualdad, dejó una huella duradera en las Fuerzas Armadas y en la sociedad española. Su decisión de hablar en público a comienzos de siglo dio voz a muchos uniformados que hasta entonces vivían su orientación en silencio.
Un gesto que abrió camino en 2000
Cuando reconoció su orientación sexual siendo ya teniente coronel del Cuerpo Jurídico, Sánchez Silva puso palabras a una realidad silenciosa y cambió el marco del debate sobre diversidad en el Ejército.
Abrió una grieta en un estamento tradicionalmente opaco a la diversidad
A comienzos de los 2000 explicó que la igualdad formal debía traducirse en respeto efectivo en la vida diaria de las unidades, una idea que hoy se considera un punto de inflexión.
Antes, la normativa militar había dado pasos para eliminar la discriminación, pero faltaba una visibilidad que ayudara a derribar inercias culturales. Su aparición pública lo convirtió en referente para quienes reclamaban vivir en libertad sin renunciar al uniforme.
Del reconocimiento a la salida del servicio activo
En los años posteriores, denunció las consecuencias de su gesto: el aislamiento y los “muros de silencio” que le acompañaron en destinos y pasillos. A mediados de la década siguiente decidió dejar el servicio activo, convencido de que el coste personal era demasiado alto. Su marcha tuvo un efecto pedagógico: puso frente al espejo a la institución y aceleró conversaciones internas sobre respeto, carrera profesional y convivencia.
“Denunció años de ostracismo tras hacer pública su orientación”
Legado y reacción pública
Su figura se asocia hoy a la normalización de la diversidad en las Fuerzas Armadas y a la visibilidad del colectivo LGTBIQ+ en la administración pública. Tras conocerse la noticia de su fallecimiento, hubo mensajes de reconocimiento en redes sociales por parte de responsables políticos y de la comunidad que vio en él un pionero.
Ese legado se mide tanto en símbolos como en cambios cotidianos: protocolos, formación y una cultura interna menos hostil hacia la diferencia, conquistas que siguen necesitando vigilancia para no dar pasos atrás.
Lo que queda por hacer
Su desaparición recuerda que la igualdad nunca es irrevocable. La propia comunidad LGTBIQ+ alerta de retrocesos globales y del auge de discursos de odio; el mejor homenaje a su memoria es perseverar en políticas públicas y cultura organizativa que pongan el foco en la dignidad de las personas, también en las Fuerzas Armadas. En definitiva, un compromiso sostenido con la diversidad que él convirtió en bandera.
José María Sánchez Silva se va con la certeza de haber cambiado el clima de época: hoy la conversación sobre diversidad en uniforme es más abierta, más informada y menos temerosa. Su nombre queda asociado a esa conquista colectiva.