Fin del cuento: China pincha su ‘burbuja’ del fútbol

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Fin del cuento: China pincha su ‘burbuja’ del fútbol

La estricta legislación impulsada por el Gobierno consigue reducir la inversión dedicada a los fichajes.

Wang Jingbin

La Superliga china dedicó en la temporada pasada más de 400 millones de euros a fichar jugadores extranjeros. En el ejercicio anterior, esa cifra superó los 500 millones de euros. Este año, la inversión de los clubes chinos en fichajes apenas ha pasado de los 80 millones. Un recorte del 80% que refleja el cambio de rumbo que ha tomado China en su estrategia de colocarse en la élite mundial del fútbol.

El presidente chino, Xi Jinping, ha sido siempre un fiel seguidor del fútbol europeo. Una de sus máximas ilusiones es ubicar a China en la flor y nata del planeta fútbol para la próxima década, y lleva varios años tratando de diseñar un plan que le acerque a su objetivo.

El programa político más emblemático relacionado con el fútbol que ha realizado Beijing es el denominado ‘Programa para la Reforma y el Desarrollo del fútbol chino’. Un plan que prevé conseguir que más de 50 millones de chinos jueguen habitualmente al fútbol en 2025. El gran reto, tener nivel suficiente para competir el título mundial de selecciones de 2030 y 2034.

Durante los últimos años, el plan para ‘futbolizar’ China ha recorrido tres caminos al mismo tiempo. Por un lado, grandes empresarios del país asiático se han hecho con el control de clubes europeos tan históricos como el Milán, el Inter de Milán y parte del Manchester City. Aunque este sendero – a pesar del marketing – no genera afición futbolística alguna en el gigante asiático.

Los otros dos caminos sí que han tenido una visión más expansiva. Por un lado la formación de jugadores nativos, y por otro, la irrupción de fichajes ‘estratosféricos’ que han conseguido trasladar de Europa a China a jugadores de talla mundial como Hulk, Lavezzi, o Tévez.

Estas adquisiciones han revalorizado el precio de la liga (los derechos televisivos se han vendido por encima por más de los 1.000 millones de euros) y ha provocado que los estadios hayan aumentado la afluencia de público.

Sin embargo, la política cortoplacista de acercar estrellas extranjeras no ha venido acompañada de una mejora ostensible, de momento, en el nivel de juego. De hecho, la selección china quedó en quinto lugar en la fase de clasificación al Mundial en un grupo donde Siria, Corea del Sur, Uzbekistán e Irán quedaron por encima.

Esta circunstancia, unida a las críticas locales que cuestionan el enorme gasto que llevan realizando los equipos chinos durante los últimos años, ha motivado al Gobierno chino a endurecer la legislación y a dedicar casi todo su esfuerzo en la formación de futbolistas desde la base. Quieren que dentro de siete años haya más de 50.000 escuelas de fútbol en el país.

En mayo del año pasado, Xi Jinping aprobó la inclusión de un impuesto del 100% a los fichajes de jugadores extranjeros que superaran la barrera de los 7 millones de euros. Es decir, si un club de la Superliga ficha a un jugador por 40 millones de euros debe entregar una cantidad equivalente a las arcas públicas en concepto impositivo. Una medida que ha ‘pinchado’ la burbuja del fútbol chino, que sigue invirtiendo en jugadores foráneos, pero en menor medida.

Además de esa norma, los equipos de fútbol chinos saben que en su equipo no pueden contar con más de tres jugadores extranjeros. Medida que se une a otra casi más novedosa: los clubs deben utilizar en un partido los mismos jugadores extranjeros que jugadores sub-23 nacidos en China.

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