El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron.
Las elecciones europeas del pasado 26 de mayo concedieron al Parlamento Europeo una nueva aritmética poliédrica que rompe la rutina del reparto bipartidista de los altos cargos de Bruselas. Las familias conservadoras y socialdemócratas necesitarán a los liberales (ALDE) para diseñar el nuevo organigrama de las principales instituciones.
Alemania y Francia seguirán compitiendo por marcar las líneas a seguir mientras tratan de seducir a España, con mayor poder de influencia gracias a la huida de Reino Unido y al giro populista de Italia. Pedro Sánchez es consciente de que los resultados electorales, unidos a que el PSOE es el mayor surtidor de socialdemócratas en el Parlamento Europeo, le han colocado en una posición en la que ninguno de sus antecesores en La Moncloa había estado.
La cumbre entre Emmanuel Macron y Pedro Sánchez hace unas semanas fue la primera mano de la partida de cartas que se está jugando en el seno de la Unión.
Conservadores, socialdemócratas y liberales pugnarán por el reparto de los cinco puestos principales de las instituciones comunitarias. La Presidencia de la Comisión Europea, la del Consejo Europeo, el Parlamento Europeo, la Comisión de Asunto Económicos y la Diplomacia europea (Exteriores).
Macron no parece estar dispuesto a dar rienda suelta a la lógica de la fuerza más votada, que en este caso es el Partido Popular Europeo. Sin embargo, el presidente francés ya ha dejado claro que le gustaría que Angela Merkel fuera la líder de la Comisión Europea una vez dejara Berlín. Una postura que también comparte Pedro Sánchez.
Sin embargo, algunos sectores en Alemania recelan de esta ‘oferta’ del presidente galo. En algunos medios germanos se especula que detrás de esta decisión podría estar la voluntad de situar a un francés al frente de otra institución con mayor influencia que la Comisión, como el Banco Central Europeo.
Una de las lógicas para el acuerdo es que el reparto de cargos incluya cierta paridad de género y pluralidad, no solo en relación al grupo político de pertenencia, sino también al lugar de procedencia. Si Alemania ocupara ya el cargo de presidenta de la Comisión Europea sería más difícil que ostentara otras posiciones semejantes.
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Merkel, ¿presidenta de la Comisión Europea?
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