Las acusaciones de soborno pesan como una losa sobre el tejado de Leighton y la cartera de Florentino Pérez. La filial australiana de ACS se ha dejado 10,4% de su valor bursátil entre rumores de corrupción en su vieja cúpula directiva. Las acusaciones de soborno pesan como una losa sobre el tejado de Leighton. La filial australiana de ACS, la constructora que preside Florentino Pérez, se ha dejado un 10,4% de su valor en Bolsa tras estallar rumores de corrupción en su cúpula directiva. Un problema más para el directivo, pendiente de los seísmos de su planta de gas Castor.
El grupo, que es propiedad al 56% de Hochtief, la marca alemana de Florentino Pérez, ha sufrido su mayor descalabro en más de dos años tras haber sido acusado por varios medios australianos de haber accedido a algunos contratos en Irak a través de suculentos sobornos. Un rumor que, según el rotativo The Age, habría sido reconocido como cierto por dos exdirectivos de primer rango del grupo. En esta línea de discurso, Fairfax Media llegó incluso a apuntar que la Policía Federal Australiana estaría investigando a la que es la mayor constructora del país al menos desde febrero de 2012, según recoge Bloomberg.
En un comunicado al respecto, Leighton dice tomar “muy en serio” estas acusaciones y estar “profundamente preocupado por las sugerencias de irregularidades” en el seno de la compañía. Pese a esto, la compañía con sede en Sídney ha dicho no estar al tanto de denuncia alguna por malas prácticas corporativas y ha defendido una extensa cultura empresarial contra estas actitudes.
Los medios locales que se hacían eco de la noticia citaban un supuesto informe interno fechado el 23 de noviembre de 2010 en el que varios directivos dan cuenta de un hipotético soborno de 42 millones de dólares australianos, unos 29 millones de euros al cambio, para hacerse con las obras de mejora de unas instalaciones petrolíferas en la estrecha franja costera iraquí.
Sí es cierto y así se recoge en la web corporativa del grupo que Leighton se hizo con un proyecto para duplicar el potencial exportador de la terminal costera en un periodo de dos años y medio por el que se embolsó unos 733 millones de dólares. Un contrato que ganó de la estatal iraquí South Oil. Además, la árabe pagó a la austaliana 518 millones para un proyecto independiente con el objetivo de estabilizar y ampliar esta instalación.