El dato correspondiente a agosto del déficit comercial estadounidense (ver apoyo), presentado hoy, ha contribuido a complicar más las cosas. Mientras las exportaciones del país presidido por Barack Obama se elevan hasta cifras muy pocas veces vistas, la industria alemana pasa uno de sus peores momentos.
Según las cifras oficiales, conocidas esta semana, en agosto, el superávit comercial de Alemania se situó sólo en 8.100 millones. Una cifra que recorta en un 20% los guarismos, ya moderados, del año anterior. Con una curiosa característica muy inhabitual para este país, sus exportaciones caen y sus importaciones suben.
Justo el movimiento contrario al que se registra en EEUU y una verdadera catástrofe para una economía muy poco acostumbrada a crecer por la fuerza de su consumo privado. Algo que si la tendencia no cambia puede llegar a ser su única solución.
De momento, la coyuntura ha obligado al Gobierno teutón a estimular el sector inmobiliario para cuadrar los datos de la producción industrial gracias al impulso de la construcción. Un juego peligroso, y a contracorriente, para un país endeudado, que tendrá que endeudarse más y cuyo tejido industrial sufre presiones adicionales procedentes también de la Administración Obama.
EEUU parece defender en este momento la necesidad de que las nuevas normas globales de supervisión financiera ilegalicen todas las operaciones con derivados que estén domiciliadas en mercados sin regular. Los peligrosos OTC. Si Obama consigue que los países europeos apoyen este acuerdo, la industria alemana sufrirá un duro golpe en su solvencia a corto plazo, porque tendrá que recapitalizar sus balances con dinero fresco para poder cerrar las posiciones que mantiene.
Los cálculos publicados esta semana hablan de más de 30.000 millones de euros en total. Una cantidad, sólo ligeramente inferior a las ayudas públicas que Washington ha tenido que entregar a la industria de la automoción. Las espadas están en alto y, por ahora, no parece probable que este soterrado enfrentamiento estalle abiertamente, dado el carácter de los actuales mandatarios de ambos países. Pero no puede descartarse tampoco.
