Banco Espírito Santo trata de calmar (sin éxito) a sus pequeños bonistas

Finanzas

Banco Espírito Santo trata de calmar (sin éxito) a sus pequeños bonistas

Sucursal del Banco Espírito Santo
Otra sociedad vinculada a la entidad se ha hundido en concurso de acreedores. Con un exdirectivo cercado por la Justicia, los pequeños inversores se apresuran a desligar sus carteras del banco luso. La debacle financiera de Banco Espírito Santo tiene revolucionado el panorama financiero portugués. En especial, a sus inversores más modestos. Los pequeños bonistas de la entidad dan muestra de su nerviosismo en el mercado a pesar de los mensajes conciliadores que envía la cúpula del quebradizo banco.En un esfuerzo por apuntalar la poca confianza que el mercado le sigue otorgando, la compañía ha lanzado un desesperado comunicado a través de su red de sucursales en el que se promete a los titulares no institucionales de bonos de la compañía que recibirán al tiempo debido sus pagos de intereses y vencimientos. Una arenga que llega después de que dos de las marcas del grupo financiero portugués hayan sido incapaces de cumplir a tiempo. Se trata de Espirito Santo International (ESI) y Rioforte.Pese al mensaje de tranquilidad lanzado, el hecho de que Espírito Santo Financial Group (ESFG) haya tendido que acogerse al concurso de acreedores no ha ayudado a calmar los ánimos entre los tenedores de deuda emitida por la que aún hoy, y pese al descalabro bursátil acumulado, sigue siendo la segunda mayor entidad por capitalización de la Bolsa de Lisboa.El descalabro se deja sentir también en los precios de la deuda. Con una demanda cada vez más escasa y una oferta de venta en aumento a consecuencia de la retirada de pequeñas apuestas y otras más grandes, cada vez son más pequeños los importes a los que cambian de manos los bonos de Banco Espírito Santo, mientras que las rentabilidades exigidas -que se mueven a la inversa al precio- son cada vez mayores.En manos de estos nerviosos minoristas, y según cálculos de la propia entidad, obran 225 millones de euros en pagarés emitidos por la filial internacional del grupo, otros 342 millones más de Rioforte, otros 44 millones de filiales de esta compañía y, por último 212 millones de euros en papeles de distinta naturaleza y vencimiento emitidos por la última en haber solicitado declaración de impagos: ESFG.Mientras Deutsche Bank busca la mejor manera de fortalecer el cuestionado balance de Banco Espírito Santo, el gobernador del banco central luso se ha negado a contemplar la posibilidad de un posible rescate financiero al modo de lo que ocurrió para muchas entidades españolas. La diferencia está en que Portugal aun se encuentra inmerso en el programa de estrictas exigencias financieras que le marcó la 'Troika' como contrapartida por un salvavidas de 78.000 millones de euros. Carlos Costa ha dicho que pedir ayuda externa sería su "último recurso".Los efectos de los temblores en el seno del Espítito Santo y su familia de control, una de las más reputadas en todo Portugal, comparable a la de los Botín en España, se dejan notar especialmente en los bonos subordinados. Un tipo de papel que, habitualmente, suele ser de los más complejos para un pequeño inversor. Ante su temor a más problemas financieros y judiciales para la entidad, se entiende que de estos papeles hayan pasado de marcar precios de 1,0642 céntimos por unidad a finales del pasado junio a pagarse ahora por tan sólo 0,827 céntimos. Un repunte de rentabilidad del 22% en sólo tres semanas a asumir por la constreñida caja del banco al que presta su imagen Cristiano Ronaldo .

Otra sociedad vinculada a la entidad se ha hundido en concurso de acreedores. Con un exdirectivo cercado por la Justicia, los pequeños inversores se apresuran a desligar sus carteras del banco luso. La debacle financiera de Banco Espírito Santo tiene revolucionado el panorama financiero portugués. En especial, a sus inversores más modestos. Los pequeños bonistas de la entidad dan muestra de su nerviosismo en el mercado a pesar de los mensajes conciliadores que envía la cúpula del quebradizo banco.

En un esfuerzo por apuntalar la poca confianza que el mercado le sigue otorgando, la compañía ha lanzado un desesperado comunicado a través de su red de sucursales en el que se promete a los titulares no institucionales de bonos de la compañía que recibirán al tiempo debido sus pagos de intereses y vencimientos. Una arenga que llega después de que dos de las marcas del grupo financiero portugués hayan sido incapaces de cumplir a tiempo. Se trata de Espirito Santo International (ESI) y Rioforte.

Pese al mensaje de tranquilidad lanzado, el hecho de que Espírito Santo Financial Group (ESFG) haya tendido que acogerse al concurso de acreedores no ha ayudado a calmar los ánimos entre los tenedores de deuda emitida por la que aún hoy, y pese al descalabro bursátil acumulado, sigue siendo la segunda mayor entidad por capitalización de la Bolsa de Lisboa.

El descalabro se deja sentir también en los precios de la deuda. Con una demanda cada vez más escasa y una oferta de venta en aumento a consecuencia de la retirada de pequeñas apuestas y otras más grandes, cada vez son más pequeños los importes a los que cambian de manos los bonos de Banco Espírito Santo, mientras que las rentabilidades exigidas -que se mueven a la inversa al precio- son cada vez mayores.

En manos de estos nerviosos minoristas, y según cálculos de la propia entidad, obran 225 millones de euros en pagarés emitidos por la filial internacional del grupo, otros 342 millones más de Rioforte, otros 44 millones de filiales de esta compañía y, por último 212 millones de euros en papeles de distinta naturaleza y vencimiento emitidos por la última en haber solicitado declaración de impagos: ESFG.

Mientras Deutsche Bank busca la mejor manera de fortalecer el cuestionado balance de Banco Espírito Santo, el gobernador del banco central luso se ha negado a contemplar la posibilidad de un posible rescate financiero al modo de lo que ocurrió para muchas entidades españolas. La diferencia está en que Portugal aun se encuentra inmerso en el programa de estrictas exigencias financieras que le marcó la ‘Troika’ como contrapartida por un salvavidas de 78.000 millones de euros. Carlos Costa ha dicho que pedir ayuda externa sería su «último recurso».

Los efectos de los temblores en el seno del Espítito Santo y su familia de control, una de las más reputadas en todo Portugal, comparable a la de los Botín en España, se dejan notar especialmente en los bonos subordinados. Un tipo de papel que, habitualmente, suele ser de los más complejos para un pequeño inversor. Ante su temor a más problemas financieros y judiciales para la entidad, se entiende que de estos papeles hayan pasado de marcar precios de 1,0642 céntimos por unidad a finales del pasado junio a pagarse ahora por tan sólo 0,827 céntimos. Un repunte de rentabilidad del 22% en sólo tres semanas a asumir por la constreñida caja del banco al que presta su imagen Cristiano Ronaldo .

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