El violento terremoto de magnitud 7,7 que azotó el viernes el centro de Birmania ha sumido aún más al país en una profunda tragedia. A la catástrofe natural se le suma la grave crisis política y humanitaria que sufre la nación desde el golpe militar de 2021. Las autoridades bajo el control de la junta militar han confirmado ya más de 1.700 fallecidos, 3.400 heridos y 300 desaparecidos, aunque fuentes independientes elevan la cifra de víctimas mortales por encima de las 2.600.
Mandalay, epicentro del desastre
La región más afectada es Mandalay, donde cientos de edificios se desplomaron y la búsqueda de supervivientes continúa 72 horas después del seísmo. En esta zona, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha reportado más de mil muertos y 2.000 heridos, alertando del colapso total de infraestructuras clave como hospitales, escuelas y viviendas.
«Los socorristas siguen sacando cadáveres de entre los escombros. La situación es dramática», ha declarado Federica Franco, coordinadora general de MSF en Birmania
Réplicas y daños en países vecinos
El terremoto también ha tenido consecuencias más allá de las fronteras birmanas. En Tailandia, al menos 17 personas murieron en Bangkok por el colapso de un edificio en construcción. Los equipos de rescate tailandeses siguen buscando a unos 80 desaparecidos en la capital.
Una tragedia dentro de otra
Desde el inicio del conflicto tras el golpe de Estado de 2021, Birmania ha sufrido una espiral de violencia y aislamiento que ha complicado gravemente la capacidad de respuesta ante desastres. La situación actual, marcada por apagones, carreteras cortadas y comunicaciones interrumpidas, dificulta el acceso de ayuda humanitaria a las zonas más golpeadas.
«Este terremoto puede considerarse en todos los sentidos como una tragedia dentro de otra tragedia», denunció Franco, recordando que incluso tras el desastre, los enfrentamientos armados no han cesado
Emergencia sanitaria y riesgo de epidemias
Según MSF, miles de personas viven ahora sin hogar, expuestas a las inclemencias del tiempo y sin acceso a agua potable, alimentos ni atención médica. La destrucción de centros sanitarios y la falta de medicamentos amenazan con empeorar la situación en los próximos días.