La suspensión parcial de los aranceles estadounidenses durante 90 días ha sido recibida como una «señal» y una «puerta abierta a la negociación» por parte del presidente de Francia, Emmanuel Macron, aunque ha advertido que esta pausa sigue siendo «frágil». A través de su cuenta oficial en la red social X, Macron ha recordado que las tarifas del 25% sobre el acero, el aluminio y los automóviles, así como del 10% sobre otros productos, siguen vigentes, afectando a la economía europea de manera significativa.
«¡Representan 52.000 millones de euros para la Unión Europea!», ha subrayado el mandatario francés, insistiendo en que esta suspensión de 90 días implica también 90 días de incertidumbre para todos los negocios implicados, tanto en Europa como en América.
La urgencia de un acuerdo equilibrado
Macron ha reiterado que el objetivo, junto con la Comisión Europea, es aprovechar esta oportunidad para negociar la eliminación de estos aranceles injustos y alcanzar un acuerdo que evite cualquier tipo de asimetría que perjudique a las empresas europeas.
«Los aranceles estadounidenses golpean a nuestras empresas directamente en el corazón. Lo que está en juego son los empleos y las vidas de nuestras regiones», ha remarcado
En este sentido, Macron ha llamado a no bajar la guardia y ha instado a seguir trabajando en contramedidas necesarias y en la movilización de todas las herramientas disponibles para proteger los intereses europeos. Asimismo, ha señalado la importancia de evitar que flujos de productos procedentes de terceros países puedan alterar el mercado comunitario.
Europa debe estar preparada
Con un tono firme, Macron ha lanzado un mensaje de unidad y de preparación a sus socios europeos: «Francia está preparada. Europa también debe estarlo». El presidente ha defendido la necesidad de mantenerse lúcidos, unidos y de defender nuestros intereses con firmeza ante las acciones de EEUU.
Este episodio refleja las tensiones comerciales persistentes entre Bruselas y Washington, en un momento clave para la economía global. Los próximos 90 días serán decisivos para definir el futuro de las relaciones comerciales transatlánticas.