El nuevo estudio publicado en Nature Ecology & Evolution, con participación del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), demuestra que los incendios forestales de gran escala no solo son cada vez más frecuentes e intensos, sino que además dejan huellas más profundas en la regeneración. Desde 2010, los bosques necesitan más tiempo para recuperar su densidad de vegetación, su dosel y su productividad primaria, sobre todo en regiones áridas y boreales.
La severidad, más determinante que el clima posterior
La investigación confirma que no todos los fuegos afectan de la misma manera. La severidad del incendio —el nivel de daño al suelo, semillas y árboles— explica mejor la capacidad de regeneración que las condiciones climáticas posteriores.
Muchos bosques que antes tardaban de media cuatro años en recuperar su vegetación ahora necesitan entre cuatro y cinco meses adicionales. Y para restablecer la estructura del dosel forestal se requieren hasta cuatro meses más, retraso que se agrava en ambientes secos y calurosos.
El cambio climático ha multiplicado la frecuencia e intensidad de los incendios, pero es la severidad del fuego la que marca la diferencia en la recuperación
Regiones más afectadas y tiempos de recuperación
Los datos muestran un deterioro más acusado en zonas concretas del planeta, donde los incendios de gran escala han dejado un mayor impacto desde 2010.
Región | Características del impacto | Tiempo extra de recuperación |
---|---|---|
Oeste de Norteamérica | Incendios más extensos y severos | +6 meses |
Sureste de Australia | Ecosistemas secos con baja supervivencia de semillas | +5 meses |
Norte de Sudamérica | Alta recurrencia de incendios en áreas tropicales | +4 meses |
Sur de Asia | Mayor vulnerabilidad por olas de calor y sequías | +5 meses |
Siberia centro-oriental | Severidad extrema en bosques boreales | +7 meses |
Impacto sobre la capacidad de almacenar carbono
El estudio destaca que los bosques necesitan hasta cuatro años más para recuperar su productividad primaria bruta, es decir, la energía generada mediante fotosíntesis. Si esta función disminuye, también se reduce la capacidad de absorber y almacenar carbono, lo que retroalimenta el cambio climático.
En palabras de Josep Peñuelas, investigador del CREAF, esta pérdida de productividad amenaza con transformar los bosques en emisores netos de carbono si los periodos de recuperación siguen alargándose.
El estancamiento en la regeneración forestal puede derivar en un declive irreversible de algunos ecosistemas
Un reto para la gestión forestal y climática
Los investigadores advierten que muchos modelos climáticos no incorporan este retraso en la regeneración, lo que subestima el impacto real a largo plazo. Con previsiones que apuntan a un aumento global de incendios de gran escala del 14% en 2030 y hasta un 50% a finales de siglo, se reclama una acción urgente.
Entre las medidas necesarias destacan la restauración ecológica y la reforestación adaptada a cada ecosistema, con especial atención a las regiones áridas y boreales, las más sensibles a los incendios graves.
El estudio confirma que la frecuencia y severidad de los incendios forestales desde 2010 está remodelando los ciclos de los bosques en todo el mundo. Si no se adoptan medidas de restauración y gestión más eficaces, la recuperación de los ecosistemas podría ralentizarse de forma irreversible, con consecuencias críticas para la biodiversidad y la lucha contra el calentamiento global.