Lindo el Malecón pero sin gringos

Cuba

Lindo el Malecón pero sin gringos

Lo último sobre el tintero es que la sordera de los diplomáticos estadounidenses ha sido causada por equipos que lo propios gringos tenían para recibir información de sus agentes.

Embajada de EEUU en Cuba
Gris con pespuntes negros se están tornando las relaciones con el vecino estadounidense. El presidente Donald Trump, con mano dura, continúa apretando la tuerca y las últimas decisiones son como un balde de gasolina al fuego: retirar a más de la mitad de su personal de la embajada maleconera, cancelar indefinidamente el visado y aumentar las recomendaciones para que ciudadanos norteamericanos no visiten la isla, entre otras razones por esa llamada “guerra acústica”, cuyo pistolero anónimo ni los organismos de seguridad cubanos, la Central de Inteligencia y el Buró Federal de Investigaciones tienen la menor idea de quién o quienes han puesto ese dispositivo de ciencia ficción que ensordece, atonta y provoca trastornos neurológicos. Lo último sobre el tintero, y no dado a conocer por ninguna callejuela de la parte colonial de la ciudad, sino por agencias estadounidenses, es que tal sordera ha sido causada por equipos que lo propios gringos tenían para recibir información de sus agentes. Las autoridades locales, luego de un encuentro solicitado con el Secretario de Estado, han considerado que se trata de una decisión apresurada. Es que de Trump se puede esperar cualquier cosa y otra más ya anunciada desde hace tiempo, convertir en trizas todo lo realizado para con Cuba por su predecesor Barack Obama. De momento, este domingo ha sido abierto el paseo marítimo del Malecón capitalino luego de una ardua labor reconstructiva, con menos turistas estadounidenses y hasta con menos de la mitad de su personal diplomático, el que poco antes de partir organizó sendas ventas de garaje en dos de las casas que ocupaban en la barriada de Miramar.

Gris con pespuntes negros se están tornando las relaciones con el vecino estadounidense. El presidente Donald Trump, con mano dura, continúa apretando la tuerca y las últimas decisiones son como un balde de gasolina al fuego: retirar a más de la mitad de su personal de la embajada maleconera, cancelar indefinidamente el visado y aumentar las recomendaciones para que ciudadanos norteamericanos no visiten la isla, entre otras razones por esa llamada “guerra acústica”, cuyo pistolero anónimo ni los organismos de seguridad cubanos, la Central de Inteligencia y el Buró Federal de Investigaciones tienen la menor idea de quién o quienes han puesto ese dispositivo de ciencia ficción que ensordece, atonta y provoca trastornos neurológicos.

Lo último sobre el tintero, y no dado a conocer por ninguna callejuela de la parte colonial de la ciudad, sino por agencias estadounidenses, es que tal sordera ha sido causada por equipos que lo propios gringos tenían para recibir información de sus agentes.

Las autoridades locales, luego de un encuentro solicitado con el Secretario de Estado, han considerado que se trata de una decisión apresurada. Es que de Trump se puede esperar cualquier cosa y otra más ya anunciada desde hace tiempo, convertir en trizas todo lo realizado para con Cuba por su predecesor Barack Obama.

De momento, este domingo ha sido abierto el paseo marítimo del Malecón capitalino luego de una ardua labor reconstructiva, con menos turistas estadounidenses y hasta con menos de la mitad de su personal diplomático, el que poco antes de partir organizó sendas ventas de garaje en dos de las casas que ocupaban en la barriada de Miramar.

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