La presidenta del BCE, Christine Lagarde
En un discurso pronunciado en Chipre, la presidenta del BCE ha reconocido que «Europa está entrando en una fase difícil» en la que en el corto plazo deberá enfrentarse a una mayor inflación y un crecimiento más lento en un contexto de incertidumbre considerable acerca de cuán grandes serán estos efectos y cuánto tiempo durarán. «Cuanto más dure la guerra, mayores serán probablemente los costes», ha señalado.
En concreto, Lagarde ha explicado que la guerra provocará que los precios de la energía se mantengan altos durante más tiempo, mientras que es probable que aumente también la presión sobre la inflación de los alimentos. Asimismo, la francesa considera probable que persistan los cuellos de botella en ciertos sectores.
Por otro lado, ha advertido de que el conflicto también está comenzando a lastrar la confianza con un mayor pesimismo de los hogares, que podrían recortar sus gastos, mientras que es probable que la inversión empresarial también se vea afectada.
Para compensar los efectos a corto plazo del aumento de los precios de la energía y las sanciones, Lagarde ha defendido que las políticas fiscales nacionales tienen una variedad de herramientas, como recortes de impuestos y subsidios, además de la flexibilización de las reglas a nivel de la UE.
Sin embargo, a más largo plazo, la presidenta del BCE ha señalado la necesidad de contar con un enfoque europeo para adaptarse al mundo posterior a la invasión, que ha subrayado las profundas vulnerabilidades estratégicas en las relaciones comerciales y de seguridad, poniendo en primer plano el objetivo de Europa de lograr la «autonomía estratégica».
«Esto es claramente deseable, pero generará algunos costes durante la transición», ha advertido la francesa, para quien Europa necesita un plan para garantizar que la inversión necesaria se realice de la manera más rápida y fluida posible, con la financiación pública y privada reforzándose mutuamente.
«El BCE ha dejado claro que, en el contexto del conflicto en curso, tomaremos las medidas necesarias para lograr la estabilidad de precios y salvaguardar la estabilidad financiera», ha recordado Lagarde, reiterando que la mejor manera en que la política monetaria puede capear la incertidumbre actual es enfatizar los principios de «opcionalidad, gradualismo y flexibilidad».
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