Christine Lagarde, presidenta del BCE
«Aunque los últimos datos de crecimiento del PIB han sorprendido al alza, el riesgo de recesión ha aumentado», ha afirmado Lagarde en un discurso pronunciado en el 32 Congreso de Banca Europea en la Alte Oper de Fráncfort.
No obstante, ha recordado que la experiencia histórica sugiere que es poco probable que una recesión reduzca significativamente la inflación, al menos a corto plazo, por lo que «es vital» que el BCE muestre compromiso con su mandato para asegurar que las expectativas de inflación se mantengan ancladas y no se produzcan efectos de segunda vuelta.
Así, ha recordado que los tipos de interés son y serán la principal herramienta para ajustar la política monetaria, pero que también necesitan normalizar otras herramientas de política monetaria y por ello en diciembre el BCE decidirá cómo reducir sus tenencias de bonos de los programas de compras de deuda.
En este sentido, ha reconocido que la inflación en la zona euro es demasiado alta, con un récord del 10,6% en octubre, advirtiendo de que es probable que «se mantenga alta durante un período prolongado».
«Estamos comprometidos a reducir la inflación a nuestra meta de mediano plazo y tomaremos las medidas necesarias para hacerlo», ha añadido.
Sin embargo, la presidenta del BCE ha defendido que, si bien la política monetaria asegurará un retorno de la inflación a la meta a medio plazo, la evolución del panorama económico también dependerá del alineamiento entre esta y otros actores, subrayando la importancia de la política fiscal.
En el corto plazo, en un contexto de elevada inflación, la intervención fiscal debe ser temporal, focalizada y adaptada, mientras que, de cara al futuro, puesto que la política monetaria puede orientar la demanda, pero no puede eliminar las restricciones existentes al crecimiento, deberán actuar otras áreas políticas.
En su opinión, la eliminación de estas restricciones no solo reconstruirá la oferta que se ha visto afectada por las crisis recientes, sino que, con el tiempo, fortalecerá la demanda interna en un mundo donde la demanda externa se está volviendo menos predecible.
«Un impulso para acelerar tres transiciones clave determinará nuestro futuro: hacia una energía más limpia, una mayor seguridad económica y una economía más digital y productiva», ha subrayado la francesa.
En este sentido, ha advertido de que, cuando llegue el momento de que los gobiernos consoliden sus políticas fiscales, deberán elegir entre reducir transferencias, así como el consumo público y aumentar los impuestos o recortando la inversión pública.
«Si optan por este último método, como hicieron después de la gran crisis financiera, existe el riesgo de que la oferta no se recupere y las restricciones al crecimiento sigan limitando», ha apostillado.
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