La UE mira al este

La UE mira al este

La cumbre de esta semana acaba con un acuerdo para negociar con Ucrania y Moldavia, pero Hungría se opone de momento a entregar más ayudas para la guerra.

Banderas de la Union Europea

Banderas de la Unión Europea

La Unión Europea (UE) ha abierto la puerta a Ucrania y Moldavia con inusitada rapidez. El Consejo celebrado esta semana en Bruselas ha acordado, evitando de manera peculiar el veto de Hungría, iniciar negociaciones con los dos países del este y deja en capilla a otros aspirantes como Bosnia, por ejemplo. Sin embargo, no ha podido salir adelante una ayuda inmediata de 50.000 millones de euros para Ucrania por la oposición de Hungría. El año próximo habrá una nueva cumbre para desatascar ese apoyo al país devastado por la agresión rusa.

En Bruselas son expertos en buscar soluciones y alternativas a los vetos y las enormes diferencias existentes entre las economías y las culturas de los países. Pero nunca había encontrado una fórmula tan insospechada para salvar la resistencia de Viktor Orban el primer ministro de Hungría a la apertura al este. La solución no fue que otra que la ausencia momentánea -a sugerencia del canciller alemán Olaf Scholz- del dirigente húngaro para que los 26 presidentes restantes acordaran por unanimidad iniciar las conversaciones para la integración de Ucrania y Moldavia. Nunca hasta ahora habían empleado semejante método, pero ya hay un precedente para el futuro. El mensaje político es evidente: Ucrania y Moldavia con Europa.

Pero Orban, cada vez más próximo a las tesis de Moscú, impidió el viernes que se aprobara ya la ayuda económica que urge a Ucrania, sobre todo desde que los republicanos de Estados Unidos pusieran pegas a mantener el mismo apoyo que hasta ahora prestaba Washington. Como España ha presidido los consejos este semestre, Pedro Sánchez compareció junto a los presidentes del Consejo, Charles Michel, y de la Comisión, Urusula von der Leyen, para garantizar que la ayuda llegará a Ucrania (17.000 millones de subvenciones y 33.000 de préstamos) el año próximo. Mientras tanto buscarán alternativas al veto húngaro y dieron por seguro que las encontrarán.

Llama la atención que el desafío de Hungría no haya sido secundado por otros países con dirigentes ideológicamente cercanos como Finlandia, Suecia, Italia o Chequia. Y se espera pronto a Holanda. En ese club ya no está Polonia. El nuevo primer ministro, Donald Tusk, que como Sánchez quedó segundo en las elecciones, pero puede gobernar porque ha logrado más apoyos en el Parlamento, fue recibido con alborozo en Bruselas porque dan por seguro que intentará poner fin a los numerosos conflictos entre Polonia y la UE dado su carácter europeísta. Fue el antecesor de Michel en la presidencia del Consejo.

LA MECÁNICA EUROPEA

En las instituciones europeas la decisión final sobre todos los asuntos importantes recae en el Consejo. La Comisión propone y ejecuta, el Parlamento debate y sugiere legislación, pero el que lleva el mando es el Consejo que forman presidentes y primeros ministros y que, como estos dos días, se reúnen solos y a puerta cerrada. No suelen descender al detalle de los temas, pero marcan la orientación de la UE. Y en esta ocasión han asumido que abrirse al este es muy importante, aunque desde el punto de vista de la integración la llegada de países con poca tradición democrática y economías débiles plantee problemas. Y más, como es el caso, si hay guerra en uno de ellos. La apertura de negociaciones no significa que la ampliación sea inmediata. Turquía lleva 20 años en conversaciones y no avanza. Pero todos dan por hecho que no será el caso de Ucrania, Moldavia y otros países del este, muchos más interesados y dispuestos a entrar en el club europeo.

La integración dará lugar con toda seguridad a cambios importantes en la manera de gobernar la UE. Por ejemplo, está en el punto de mira el veto. Ahora las grandes decisiones tienen que tomarse por unanimidad de los 27, lo que, como ocurrió esta semana, ralentiza la operatividad en un mundo cambiante y en el que hay que responder muy rápido. Pero eso será materia de otro debate. Por ahora en Bruselas se estrujan el cerebro para encontrar siempre una vía alternativa. Y suelen encontrarla.

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