Guerra Soldado
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) ha recordado con motivo del Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados que los recursos naturales se han convertido en una de las principales causas de los conflictos contemporáneos.
Según el organismo, cuatro de cada diez guerras en seis décadas han tenido su origen en la lucha por madera, diamantes, oro, minerales o petróleo, o por la escasez de agua y tierra fértil.
Naciones Unidas reclama que la preservación del entorno natural forme parte de todas las estrategias de paz
“La humanidad siempre ha contado sus víctimas de guerra en términos de muertos y heridos, de ciudades destruidas, de medios de vida arruinados”, señala la ONU. “Sin embargo, el medio ambiente ha sido con frecuencia la víctima olvidada”.
El organismo internacional advierte de que el riesgo de que estallen conflictos se duplica cuando en el territorio existen recursos naturales en disputa. “Pozos contaminados, cultivos quemados, bosques talados, suelos envenenados y animales sacrificados, todo se ha dado por válido para obtener una ventaja militar”, subraya el informe.
El Pnuma asegura que no puede haber paz duradera si se destruyen los ecosistemas que sustentan los medios de vida
Naciones Unidas considera “primordial” garantizar que la preservación ambiental forme parte de las estrategias de prevención de conflictos, mantenimiento de la paz y reconstrucción. “No puede haber paz duradera si los recursos naturales que sostienen los ecosistemas son destruidos”, concluye.
La preocupación por los efectos ecológicos de la guerra se hizo visible durante la Guerra de Vietnam, donde el uso del herbicida tóxico Agente Naranja provocó una deforestación masiva y contaminación química sin precedentes. Aquella catástrofe impulsó la creación de nuevos instrumentos legales como la Convención sobre la Prohibición de utilizar técnicas de modificación ambiental con fines militares (1976) y el Protocolo I de los Convenios de Ginebra (1977), que prohíben causar “daños generalizados, a largo plazo y graves al medio ambiente natural”.
Sin embargo, estos tratados fueron cuestionados durante la Guerra del Golfo (1990-1991), cuando la destrucción intencionada de más de 600 pozos petroleros en Kuwait por las tropas iraquíes provocó una catástrofe ecológica de enorme magnitud y reclamaciones por 85.000 millones de dólares (76.700 millones de euros) en daños ambientales.
| Conflicto | Año | Impacto ambiental principal | Consecuencias estimadas |
|---|---|---|---|
| Vietnam | 1955-1975 | Uso de Agente Naranja y deforestación masiva | Contaminación química y protestas internacionales |
| Golfo Pérsico | 1990-1991 | Quema de más de 600 pozos petroleros en Kuwait | 85.000 millones $ en daños ecológicos |
| Kosovo | 1999 | Bombardeo de industrias y vertidos tóxicos | Contaminación química en Danubio |
| Líbano | 2006 | Bombardeo de la central eléctrica de Jiyeh | Vertido de 12.000-15.000 toneladas de fueloil al Mediterráneo |
| Irak | 2014-2017 | Incendio de pozos por Daesh | Emisión de dióxido de azufre, plomo y partículas tóxicas |
Durante la guerra de Kosovo (1999), el bombardeo de instalaciones industriales provocó contaminación química en zonas críticas como Pancevo, Kragujevac, Novi Sad y Bor, con riesgo de afectación al Danubio. En el Líbano (2006), el ataque a la central eléctrica de Jiyeh liberó entre 12.000 y 15.000 toneladas de combustible al Mediterráneo.
La ONU denuncia la falta de gobernanza y el colapso institucional como causas de nuevos desastres ecológicos
Más recientemente, el conflicto contra Daesh en Irak (2014-2017) dejó una huella ambiental devastadora. Los combatientes incendiaron pozos de petróleo, liberando a la atmósfera dióxido de azufre, monóxido de carbono y metales pesados como níquel, vanadio y plomo, con efectos prolongados sobre la salud humana y la calidad del aire.
La ONU alerta de que la degradación ambiental puede alimentar nuevos ciclos de violencia si los países no incorporan la sostenibilidad a las políticas de reconstrucción y seguridad. “La paz y el medio ambiente no pueden separarse”, advierte el Pnuma, que pide convertir la protección de la naturaleza en un pilar de la seguridad global.
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