El fuerte repunte de los precios reflejó el efecto del encarecimiento del combustible para automóviles, con una subida interanual del 20,3%, la más intensa desde mayo de 2010.
Sin tener en cuenta el impacto de la energía y de los alimentos frescos, la tasa de inflación subyacente se situó en el 2,3%, tres décimas por encima de la lectura de mayo.
A finales de junio, el Banco de Inglaterra advirtió de que la inflación continuará subiendo por encima del objetivo del 2%, debido principalmente a la evolución de los precios de la energía y otras materias primas, «y es probable que supere el 3% durante un período temporal».