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Una gran manta grisácea cubre gran parte de la ciudad desde hace tres días en consecuencia ahora de un segundo tanque que no cesa de emitir columnas de fuego y humo que el viento se encarga de hacer llegar este último a La Habana.
Especialistas mexicanos y venezolanos llegados con urgencia se han unido a los cubanos para intentar sofocar el siniestro. Con ellos, tecnología que no poseemos y productos indicados para la extinción.
Mientras tanto, los habaneros que posean electricidad encienden el televisor para seguir en vivo la cobertura del desastre y, de vez en vez, mirar al cielo para formarse otra idea de la tragedia. No escampan las desgracias. Razón para el que dijo que todas venían juntas.
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La Habana sin sol y contaminante
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