La Habana rodeada por el virus

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La Habana rodeada por el virus

El ministro de Salud advierte de que si prosigue en acelerada transmisión “podría poner en riesgo los servicios de salud”

La Habana

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Como una de las tantas historias del gato y el ratón, las autoridades de la capital cubana, ahora mismo epicentro de la pandemia, insisten en medidas ya ejecutas con éxito para intentar acorralar al virus que se ha adueñado de los 15 municipios habaneros, además de importantes ciudades como Santiago de Cuba y Bayamo.

Pero, además, si prosigue en acelerada transmisión “podría poner en riesgo los servicios de salud” según el ministro de Salud Pública, doctor José Ángel Portal Miranda.

Entretanto, desde hace unos dos días, la población aguarda por nuevas restricciones anunciadas en un breve mensaje de Miguel Díaz-Canel, presidente de la República, donde daba cuenta que próximamente serían dadas a conocer.

Más de mil casos desde hace ocho días con mayoría en La Habana, han obligado a un mejor control de los casos de contactos de casos confirmados que permanecen en sus hogares porque resulta imposible hospitalizarlos.

Este panorama de cinco cepas o variantes de la Covid merodeando por municipios que alcanzan los 40.000 habitantes por kilómetro cuadrado, cuando falta poco menos de una semana para el inicio del VIII Congreso del partido comunista que bajo el lema de “Unidad y Continuidad”, enviará a casa a los pocos históricos en los altos cargos partidistas y donde no será sorpresa el nombramiento del presidente Miguel Díaz-Canel (60 años) como primer secretario de la organización.

Dos de los cinco candidatos vacunales ya se encuentran en la fase tres. Marchan por buen camino de acuerdo a los especialistas, pero aún las autoridades sanitarias correspondientes no le han concedido la categoría de vacuna.

No todo es angustia en la isla con las cinco cepas haciendo de las suyas. En la cayería norte, por sus aeropuertos arriban a diario centenares de turistas provenientes de Rusia, Alemania y otras naciones europeas para recibir una buena dosis de sol, playa y numerosas acciones de bioseguridad, aunque con la prohibición de cero visitas a los pueblos cercanos.

A Dios rogando y con el mazo dando, como diría el otro.

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