La Habana espera tranquilamente al nuevo presidente

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La Habana espera tranquilamente al nuevo presidente

La gente sigue centrada en sus problemas cotidianos y si le mencionan el nombre del casi futuro presidente, Miguel Díaz-Canel, se preguntan si será capaz de darle solución a tantos problemas acumulados.

Miguel Díaz-Canel
Cuando en la ciudad capital se rompe el silencio hogareño por la presencia en la calle de un auto al que le han improvisado una planta reproductora de audio, es porque ocurren solo dos motivos: la inminencia de una tragedia meteorológica o el anuncio de tal orquesta en un parque público. A falta de huracanes y penetraciones del mar, el locutor grita y anuncia a todo volumen que la fiesta será en los jardines de la Tropical. Esto, a poco menos de una semana en que sepamos quiénes finalmente integrarán los consejos de Estado y de Ministros. La Habana de estos tiempos previos a que Raúl Castro deje de ser el presidente de la isla, no da señal alguna de alteración a no ser aquella con la que se vive el día a día. Contrario a lo que pudiera suceder en otras naciones, la gente sigue centrada en sus problemas cotidianos y si le mencionan el nombre del casi futuro presidente, Miguel Díaz-Canel, se preguntan si será capaz de darle solución a tantos problemas acumulados que apuntan a la alimentación, los salarios, la vivienda, los precios, el transporte, la salud, la unificación monetaria, el trabajo privado y hasta las relaciones con EEUU entre otras preocupaciones. Por todo ello, y más, al bailable con un traguito de ron o una cervecita. Pasar el rato, divertirse, que veremos después del día 19 cómo se enrumba la nave, siempre bajo la brújula del partido comunista donde Raúl Castro seguirá siendo su número uno.

Cuando en la ciudad capital se rompe el silencio hogareño por la presencia en la calle de un auto al que le han improvisado una planta reproductora de audio, es porque ocurren solo dos motivos: la inminencia de una tragedia meteorológica o el anuncio de tal orquesta en un parque público.

A falta de huracanes y penetraciones del mar, el locutor grita y anuncia a todo volumen que la fiesta será en los jardines de la Tropical. Esto, a poco menos de una semana en que sepamos quiénes finalmente integrarán los consejos de Estado y de Ministros.

La Habana de estos tiempos previos a que Raúl Castro deje de ser el presidente de la isla, no da señal alguna de alteración a no ser aquella con la que se vive el día a día. Contrario a lo que pudiera suceder en otras naciones, la gente sigue centrada en sus problemas cotidianos y si le mencionan el nombre del casi futuro presidente, Miguel Díaz-Canel, se preguntan si será capaz de darle solución a tantos problemas acumulados que apuntan a la alimentación, los salarios, la vivienda, los precios, el transporte, la salud, la unificación monetaria, el trabajo privado y hasta las relaciones con EEUU entre otras preocupaciones.

Por todo ello, y más, al bailable con un traguito de ron o una cervecita. Pasar el rato, divertirse, que veremos después del día 19 cómo se enrumba la nave, siempre bajo la brújula del partido comunista donde Raúl Castro seguirá siendo su número uno.

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