Investigadores del Museo Field de Chicago han analizado el tamaño de más de 50.000 casas de distintas épocas y lugares para entender cómo ha evolucionado la distribución de la riqueza durante los últimos 10.000 años.
Un análisis inédito sobre 10.000 años de desigualdad
Un equipo liderado por Gary Feinman, arqueólogo del Museo Field de Chicago, ha recopilado datos de más de 1.000 asentamientos arqueológicos en seis continentes. Publicado en la revista PNAS, el estudio utilizó las diferencias en el tamaño de las viviendas como una métrica para medir la desigualdad económica a lo largo del tiempo.
“Se trata de un conjunto de datos sin precedentes en arqueología, que nos permite observar empírica y sistemáticamente los patrones de desigualdad”, destaca Feinman.
El estudio demuestra que, aunque hoy en día la brecha entre ricos y pobres es alarmantemente amplia y sigue creciendo, en el pasado existieron períodos y lugares donde las sociedades fueron relativamente equitativas, desafiando las ideas preconcebidas sobre la inevitabilidad de la concentración de riqueza.
Las ideas arraigadas sobre la desigualdad, cuestionadas
La investigación cuestiona conceptos establecidos en las ciencias sociales que consideran a civilizaciones como la Grecia y Roma antiguas o la Europa medieval como representativas de la historia general de la humanidad.
Durante siglos se ha asumido que el crecimiento de las sociedades o la adopción de la agricultura conduciría irremediablemente a mayores niveles de desigualdad. Sin embargo, Feinman sostiene que los altos grados de desigualdad no son una consecuencia automática del aumento poblacional o del desarrollo político: “Hay factores que pueden facilitar su aparición o incremento, pero estos factores pueden ser estabilizados o modificados por decisiones e instituciones humanas”.
Los resultados muestran que la desigualdad no es un fenómeno uniforme ni inevitable; depende de múltiples factores culturales y políticos
Además, aunque el tamaño de las viviendas no refleja la totalidad de las diferencias de riqueza, se considera un indicador confiable de las disparidades económicas en distintos contextos históricos.
El coeficiente de Gini, clave para medir la desigualdad
Para cuantificar y comparar la desigualdad económica, los investigadores calcularon el coeficiente de Gini de cada sitio arqueológico, basándose en la distribución del tamaño de las viviendas. Este índice, que oscila entre 0 (igualdad total) y 1 (máxima desigualdad), permitió examinar la evolución de la brecha de riqueza a través del tiempo y el espacio.
El análisis mostró que, si bien la población mundial ha aumentado en los últimos milenios, la desigualdad no siempre ha seguido una trayectoria ascendente. Las diferencias en los valores de Gini sugieren que no existe un patrón único que explique por qué unas sociedades se vuelven más desiguales que otras.
Feinman concluye: “La opinión de que ciertos factores económicos, demográficos o tecnológicos hacen inevitables las grandes disparidades de riqueza no se sostiene en nuestro pasado global”.