Banco Central Europeo BCE
La dependencia de Europa de sistemas de pago digitales extranjeros y la falta de alternativas paneuropeas han generado una creciente preocupación en el seno del Banco Central Europeo (BCE). Según el economista jefe de la institución, Philip Lane, esta situación ha alcanzado «niveles alarmantes» y expone a la eurozona a posibles «presiones y coerciones económicas». Lane sostiene que el lanzamiento del euro digital es una solución estratégica para contrarrestar estos riesgos y garantizar que la región mantenga el control sobre su futuro financiero.
Durante una conferencia celebrada este jueves, Lane subrayó que actualmente el 65% de los pagos con tarjeta en la zona euro son procesados por Visa y Mastercard, ambas empresas estadounidenses. Además, en trece de los veinte países de la eurozona, los sistemas nacionales de tarjetas han desaparecido, completamente reemplazados por estas alternativas foráneas.
Por otro lado, los pagos digitales a través de aplicaciones como Apple Pay, Google Pay y PayPal, también de origen extranjero, representan casi el 10% de las transacciones minoristas y crecen a tasas de dos dígitos cada año.
“La eurozona externaliza su infraestructura de pagos y se expone a cambios en las condiciones de uso o amenazas de retirada del servicio”, advirtió Lane, quien también alertó del creciente dominio de empresas tecnológicas no europeas y del auge de las monedas estables (stablecoins) vinculadas a divisas extranjeras
En su análisis, el economista irlandés puso el foco en la “dolarización digital”, fenómeno que podría minar la soberanía monetaria de la eurozona. De hecho, el 99% del mercado actual de stablecoins está vinculado al dólar, lo que podría llevar a que el euro pierda su papel predominante como unidad de cuenta y medio de pago en la región.
Lane advirtió que esta tendencia podría comprometer la capacidad del BCE para ejecutar su política monetaria y garantizar la estabilidad de precios. También señaló el riesgo simbólico e histórico de que el euro pierda su posición como símbolo de identidad europea y cohesión del sistema monetario.
“El euro digital es una solución prometedora para contrarrestar estos riesgos y asegurar el control de la eurozona sobre su futuro financiero”, afirmó el responsable económico del BCE
Lane defendió que el euro digital, actualmente en fase de desarrollo, podría convertirse en una alternativa segura y bajo gobernanza europea, que reduciría la dependencia de proveedores extranjeros en el ecosistema de pagos de la eurozona.
Además, destacó que la disponibilidad de una moneda digital europea limitaría el riesgo de que las stablecoins extranjeras ganen terreno como medio de pago en la región. La falta de un euro digital podría aumentar el atractivo de estas monedas, impulsado por el poder de las externalidades de red.
“Si se retrasa el lanzamiento del euro digital, estos riesgos podrían intensificarse”, alertó
El euro digital también permitiría superar la actual fragmentación de los sistemas de pago minoristas dentro de la eurozona, según Lane. Esta fragmentación limita la oferta de opciones de pago paneuropeas y genera barreras para clientes y empresas en las transacciones transfronterizas.
El economista jefe del BCE propuso que la aceptación obligatoria del euro digital podría generar efectos de red inmediatos, unificando el mercado de pagos europeo y reduciendo los costes para consumidores y empresas. Asimismo, facilitaría la innovación por parte de proveedores privados que se beneficiarían de economías de escala.
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