Un año antes, Ocaña nos había sorprendido con “Esta isla de siempre” (Editorial Adarve, España 2023). “Lo que el tiempo nos dejó” ha sido su última entrega por la editorial Lunetra, en la colección Narrativa, en la vecina ciudad de Miami.
Para no pocos cubanos saber que un libro no publicado en la isla, proveniente de una editorial miamense, supone que nada bueno aparecerá desde la primera página para los censores de la isla. Craso error de apreciación.
Nada mejor que acompañar a su editor, Pablo Jesús Socorro, cuando en el prólogo apunta:
“Uno de los temas recurrentes de la novela es la crítica a la burocracia y al sistema político que, según los personajes, ha traicionado las promesas de la revolución. Esta crítica no es una diatriba amarga, sino una reflexión profunda y a menudo dolorosa sobre las contradicciones de una sociedad que aspiraba a la justicia y la igualdad, pero que a menudo se ha encontrado atrapada en la ineficiencia y la corrupción. Sin embargo, a pesar de las críticas, hay un amor inquebrantable por la patria y una fe en la capacidad del pueblo para superar los desafíos”.
Cuba vive episodios muy difíciles y cruciales de cara a su futuro inmediato provocados por el inclemente bloqueo gringo, además de las insuficiencias internas y errores de quienes dirigen la nación.
De ello y más, dan cuenta los controvertidos personajes, retratados en un actuar y pensamiento muy difícil de poner en duda porque son ellos gentes que uno ha conocido a lo largo de estos años hasta nuestros días. La gran mayoría, residentes en los barrios habaneros.
Quien no pueda visitar Cuba en estos momentos por el motivo que corresponda, al abrir “Lo que el tiempo nos dejó”, será un asiduo más, con voz, voto y paladar para cualquier tipo de ron, en el banco del taller-parlamento del viejo Tiburcio, donde se arregla lo inimaginable, pero también se habla y discute de todo.