Columpio
Tal y como destaca la ONG, los trastornos mentales han aumentado del 1% al 3% en niños, niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años y del 4% al 7% en el caso de los trastornos de conducta, en comparación con los últimos datos oficiales de 2017. Y es que, la pandemia ha traído a la vida de los menores “nuevas preocupaciones, miedos, infelicidad”.
Según una encuesta a nivel estatal a 2.000 padres y madres sobre la salud mental de sus hijos e hijas, el informe muestra que la incidencia de estos problemas es tres veces mayor (10%) en las familias sin empleo que entre la infancia y la adolescencia que vive en familias que han conservado el empleo (3%) tras la crisis de la Covid. Además, los niños, niñas y adolescentes que viven en hogares con bajos ingresos tienen una probabilidad 4 veces mayor (13%) de sufrir trastornos mentales y/o de conducta que los que viven en hogares de renta alta (3%). Es decir, a más pobreza en el hogar, más problemas.
Save the Children advierte también que, “de acuerdo con la percepción de sus padres o madres”, un 3% de menores podrían haber tenido pensamientos suicidas. Atendiendo a la edad, el porcentaje de niños y niñas entre 4 y 8 años con este tipo de pensamientos no llega al 2%, mientras que roza al 6% en el grupo entre 13 y 16 años.
En el mencionado informe la ONG pone el acento en la “saturación del sistema”. Pese a que “existe asistencia sanitaria”, afirma, “esta tarda mucho en llegar”, por lo que “no podemos hablar de un acceso real y en iguales condiciones a la salud mental”. “Las listas de espera para recibir atención psicológica o psiquiátrica se convierten en un cuello de botella para acceder al sistema al tiempo que el trastorno suele ir empeorando o cronificándose”, lamenta. A esto hay que sumar una falta de recursos humanos y económicos.
Ante este escenario Save the Children defiende la necesidad de que la escuela juegue “un papel clave en la prevención y la detección temprana”. Para ello, plantea una inversión para la formación especializada del personal docente. Asimismo, “consideramos necesaria la formación del personal sanitario en detección temprana de comportamientos suicidas” y la puesta en marcha de un teléfono de atención a la salud mental, exclusivo para la infancia y la adolescencia, así como la mejora de las estadísticas oficiales, necesaria para una prevención más efectiva.
Duplicar el número de plazas anuales convocadas de Psicólogo Interno Residente (PIR) hasta llegar a las 400, así como el número de plazas anuales convocadas del MIR en la especialidad de Psiquiatría hasta las 600, son otras de sus propuestas.
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